Andrei Polunin | Svobódnaya Pressa | Traducido del ruso por Íñigo Aguirre.
¿Qué hay de detrás del agravamiento de la situación en esta república no reconocida?
La noche del viernes al sábado 2 de abril, las fuerzas armadas de Azerbaiyán lanzaron una ofensiva en distintas direcciones de la zona del conflicto del Karabaj, según informa el servicio de prensa del ministerio de defensa de la república no reconocida de Nagorno Karabaj (RNK).
Según datos del ministerio, la parte azerbaiyana ha utilizado la artillería, vehículos blindados y la aviación, en dirección sur, sureste y noreste de la línea de demarcación. Las fuerzas armadas de Armenia han derribado un helicóptero de las fuerzas aéreas de Azerbaiyán, según han informado a la agencia “Interfax” fuentes en el ministerio de defensa de Armenia.
El secretario de prensa del ministro de defensa de armenia Artsrun Ovannisyán, escribió en su página de Facebook que “Azerbaiyán ha lanzado una ofensiva abierta y a lo largo de toda la frontera con Nagorno Karabaj se están produciendo combates.
Además de los combates en la línea del frente, el enemigo ha hecho uso de su artillería contra poblaciones civiles y lugares de emplazamiento permanente de unidades militares”, señalaron en el ministerio de defensa de la RNK.
En la página del ministerio de defensa de Azerbaiyán, la mañana del 2 de abril se informaba únicamente de violaciones masivas del régimen de alto el fuego, por parte del lado armenio, quienes supuestamente habrían lanzado más de 100 disparos de mortero. Posteriormente, desmintieron que hubiese sido derribado un helicóptero e informaron de que los disparos contra núcleos urbanos provenían de la parte de Ereván.
El Kremlin ya ha reaccionado ante los sucesos en Nagorno Karabaj. Como informó el secretario de prensa del presidente de Rusia Dmitri Peskov, Vladímir Putin está seriamente preocupado por las informaciones sobre la reanudación de los combates en la línea de demarcación en Nagorno Karabaj. Según sus palabras, el líder ruso “lamenta que la situación haya derivado nuevamente en una confrontación armada”.
No deja de ser sintomático que este agravamiento se viera precedido de una serie de conflictos diplomáticos. A finales de enero en Estrasburgo en la sesión de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, el parlamentario británico Robert Walter presentó un proyecto de resolución dedicado a la “escalada de la violencia en Nagorno Karabaj y otros territorios ocupados de Azerbaiyán”. En el documento se llamaba a “retirar las tropas armenias de Nagorno Karabaj” y “ratificar el control total de Azerbaiyán en estos territorios”. Además, para la aprobación de la resolución apenas faltaron unos pocos votos.
El proceso de descongelación del conflicto de Nagorno Karabaj ha sido estimulado por Turquía. A finales de noviembre de 2015 el ministro de exteriores turco Mevlut Cavusoglu estuvo de visita en Bakú. Allí declaró que Turquía haría todo lo posible para que el “territorio ocupado de Azerbaiyán fuese liberado”.
Por último tampoco podemos descartar que Los EE.UU. tengan algo que ver en el agravamiento de la crisis. Ya en el verano de 2014, al poco de la reunificación de Crimea, los analistas norteamericanos y británicos llegaron a la conclusión de que Rusia estaba restableciendo sus posiciones dominantes en el Mar Negro. Si a eso añadíamos que se estaba formando la alianza ruso-turca, resultaba que Rusia en esta nueva espiral de su desarrollo histórico, estaría aplicando la estrategia zarista de los 30 del siglo XIX: la obtención del control de los estrechos y el cierre del Mar Negro mediante la alianza con Turquía. Precisamente por eso los EE.UU. y Gran Bretaña han hecho todo lo posible por enemistar a Rusia y Turquía. Desde ese punto de vista, Karabaj refuerza la confrontación entre Moscú y Ankara.
¿Qué se oculta en realidad tras el agravamiento del conflicto del Karabaj, que escenarios pueden darse en la situación de la Transcaucasia?
“A juzgar por todos los indicios, en Occidente estaban informados de la provocación militar que estaba preparando Azerbaiyán”, considera el redactor jefe de la redacción oriental de la agencia de noticias REGNUM, Stanislav Tarasov.
La víspera la compañía privada norteamericana de información y análisis “Stratfor”, publicó su pronóstico para el segundo trimestre de 2016. En él, en concreto se vaticinaba lo siguiente: “Azerbaiyán irá a una escalada del conflicto con Armenia por Nagorno Karabaj, en un intento por desviar la atención de su población de las dificultades económicas internas. Sin embargo no cabe esperar que deriven en un conflicto armado a gran escala: Rusia y Turquía van a intentar influir en el curso de las negociaciones entre los dos países, actuando a través de sus aliados”.
Hay otro indicador que demuestra que se trata de una provocación planificada. La víspera de la cumbre sobre seguridad nuclear en Washington, el representante personal del actual presidente de la OSCE A. Kasprzyk propuso a Armenia y Azerbaiyán respetar la tregua durante las celebraciones de la Pascua y el Nouruz. Las partes estuvieron de acuerdo.
Poco después el copresidente norteamericano del grupo de Minsk de la OSCE, James Warlick lanzó la iniciativa de introducir un grupo de monitoreo de la OSCE en la línea de demarcación. A primera vista la presencia de un grupo así, podría arrojar luz sobre diferentes cuestiones, cuando llegado el caso, las partes se lanzasen una vez más acusaciones mutuas de la violación del régimen de alto el fuego. Lo que no deja de ser demostrativo es que Ereván estuvo de acuerdo en la presencia de observadores de la OSCE, mientras que Bakú no. Por lo que parece, la transparencia en la línea de demarcación no entraba en los planes de Azerbaiyán.
Finalmente, ha sido Turquía la que ha estado empujando en los últimos tiempos a Azerbaiyán a ser más agresiva, como forma de desplazar el foco de atención de las dificultades que está encontrando en Siria y en concreto ante la cuestión kurda.
Son significativas en este sentido las declaraciones del presidente de Azerbaiyán, I. Aliev, hechas en la cumbre nuclear de Washington: “Estamos agradecidos al gobierno de los EE.UU. por los esfuerzos en la búsqueda de solución al viejo conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, y consideramos que este conflicto debe ser resuelto sobre la base de la resolución del Consejo de seguridad de la ONU, que contempla la salida inmediata de las tropas armenias de nuestros territorios”, manifestó Aliev tras su encuentro con el Secretario de Estado de los EE.UU. John Kerry.
Pienso que sede el punto de vista de la parte armenia, esto más bien recuerda el intento de diálogo de un mudo con un sordo.
Desde mi punto de vista, los hechos enumerados quieren decir una cosa: Azerbaiyán y su aliado Turquía se encuentran en estado de agonía. Es precisamente esa agonía la que empuja al presidente turco y a su aliado azerbaiyano Ilham Aliev a ese tipo de actos tan arriesgados, por no decir provocativos.
¿En otras palabras, la tregua con Armenia en la situación dada es del todo imposible?
No se puede hablar de armisticio, porque por resumirlo burdamente, Azerbaiyán aspira a recuperar el control de Nagorno Karabaj, pero solo sobre un territorio “vacío”, sin población armenia que lo ocupe. Pero esa variante, y eso es algo que comprenden todos, excepto Bakú y Ankara, está descartada por completo.
Si Bakú mirase a los armenios del Karabaj como a ciudadanos propios, que se niegan a someterse al centro, los gobernantes azerbaiyanos deberían introducir correcciones en sus políticas. Porque es precisamente esa política la que resulta a día de hoy reaccionaria y contraproducente.
En otras palabras, un país que aspira a conservar bajo su control un territorio perdido, debe aplicar otro tipo de diplomacia. No hay otro modo.
¿Cómo piensa que se van a desarrollar los acontecimientos en Nagorno Karabaj?
Si los enfrentamientos armados continúan, considero que Rusia debe ya clarificar su posición, reconocer la independencia de Nagorno Karabaj y de ese modo poner los puntos sobre las íes.
Les recuerdo además que Armenia es miembro de la OTSC (Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva) y aliada de Rusia y que fue Bakú quien descartó Stepanakert del proceso de negociaciones: en opinión de la parte azerbaiyana, la guerra es entre Armenia y Azerbaiyán. Por eso si Armenia declara que Azerbaiyán está cometiendo una agresión contra ella, estado aliado, Rusia deberá adoptar el máximo de esfuerzos para poner fin a esa agresión.
“En los últimos tiempos la situación en torno a Nagorno Karabaj se ha ido agravando de modo regular, incrementándose la tensión paulatinamente”, nos explica el subdirector del centro de información y análisis del RISI (Instituto Ruso de Estudios Estratégicos) Serguei Yermakov.
Desde mi punto de vista, esto está relacionado con Turquía. Ankara intenta reforzar su influencia en la Transcaucasia, algo que se corresponde plenamente con la concepción del “neotomanismo” de Erdoğan. El líder turco está intentando poner en práctica esa doctrina, actuando en distintas direcciones, en concreto, colaborando con los EE.UU. en Oriente Próximo para la resolución de sus problemas. Pero ahora Ankara, por los errores de bulto que ha cometido en política exterior se ha visto abocada a una complicada situación, enfrentándose con todos sus antiguos socios.
Pienso que esto va ligado al actual agravamiento de la situación en Nagorno Karabaj. Azerbaiyán en los últimos tiempos, ha demostrado que permanece como fiel aliado de Turquía, y ahora está intentando obtener réditos de ello. Bakú confía en descongelar el conflicto en el Karabaj y resolverlo a su favor bajo la cobertura política de Ankara.
En esta situación Moscú cuenta por un lado con los instrumentos de contención del conflicto, tales como la presencia de un contingente militar en Armenia. Por otro lado, Rusia dispone de los mecanismos necesarios para resolver este problema por la vía político militar. Me estoy refiriendo a nuestra ayuda a Armenia como aliados, en el marco de la OTSC.
Aunque no pierdo la esperanza de que Azerbaiyán valorando fríamente la situación generada, no quiera ir a una confrontación abierta en Karabaj. Pienso que más bien nos enfrentamos a la inercia de los antiguos excesos estratégicos de Bakú, que resultan actualmente irrealizables, y el conflicto actual no derive en algo mucho más preocupante.