Ahora Madrid (Podemos e IU), PSOE, PP, y Ciudadanos, condenaron en el día de ayer la «violencia y la represión ejercida por el régimen de Nicaragua contra su población civil».
La portavoz de Ahora Madrid, Rita Maestre, durante su intervención, aseguró que todos los ediles de Ahora Madrid deseaban mostrar su «condena» y «preocupación» por la situación que se está dando en Nicaragua. Maestre expresó «un apoyo sin fisuras» en la «condena por la violencia ejercida por el gobierno de Nicaragua».
El Ayuntamiento de Madrid, gobernado por Podemos y con el apoyo del PSOE, suma esta condena a la que ya le hizo al legítimo gobierno de Venezuela, cuando en marzo de 2017, la alcaldesa, Manuela Carmena, condenó la existencia de presos políticos en Venezuela, e invitó a los familiares de los «represaliados por el chavismo» a una recepción en el Ayuntamiento.
Sin embargo, Carmena no tuvo reparos en inaugurar un monumento a la revuelta fascista húngara de 1956. En aquel alzamiento, que transcurrió entre los meses de octubre y noviembre del mencionado año, miles de comunistas fueron asesinados en plena calle y torturados por hordas de extrema derecha. Carmena aseguró que ese alzamiento señaló «el camino de la libertad» de Hungría, y de hecho el monumento inaugurado por la Alcaldesa de Madrid representa una cadena rota, como símbolo de la victoria de la «libertad» (capitalismo) sobre la «tiranía» (socialismo).
Carmena tampoco tuvo miramientos a la hora de alinearse con el islamismo radical en Siria. El 27 de enero de 2017, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, junto a la Fundación Alternativas (entre otros) organizaron un acto con el que pretendían sensibilizar al pueblo de Madrid respecto a lo que ellos denominan «rebeldes» sirios, que en realidad son miembros del Estado Islámico, financiados por occidente, que con las técnicas más atroces, intentan derrocar al gobierno legítimo sirio del presidente Bashar al-Ásad.
El nexo de unión de todos estos acontecimientos que defiende Carmena es la barbarie. Tanto los «rebeldes» sirios, como los fascistas húngaros en el 56, los que se han alzado en armas contra el gobierno sandinista en Nicaragüa, y la oposición de extrema derecha venezolana; han torturado y quemada viva a gente en la calle por el simple hecho de ser de izquierdas.
