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Los avances médicos que aceleran la recuperación de las lesiones en la rodilla

In Salud
diciembre 05, 2018

Las temidas lesiones de rodilla en la actualidad son mucho más frecuentes por el auge que ha tenido la vida saludable y el ejercicio como medio coadyuvante en el tratamiento de la presión alta, estrés o depresión, entre otras patologías. También son muy comunes en los deportistas de alto impacto (fútbol, esquí, tenis, etc.), siendo las producidas en estos deportes las más graves y complejas de tratar.

Sin embargo, la medicina ha registrado avances importantes a través de la artroscopia, la más avanzada tecnología para tratar lesiones de rodilla que permite una pronta y completa recuperación.

Los meniscos son los ligamentos más propensos a lesionarse

Los meniscos están ubicados entre el cartílago del hueso del fémur y el de la tibia en el interior de la rodilla. Son piezas fibrocartilaginosas que tienen como función principal amortiguar impactos, aportar estabilidad y contribuir a la distribución de las cargas que reposan en esta importante articulación del cuerpo humano.

Cuando se presenta una discontinuidad en el ligamento que conecta con la articulación se habla de una rotura de menisco. Esta lesión suele producirse en pacientes jóvenes y deportistas que en el desarrollo de una actividad realizan un giro brusco o rotación en la rodilla. En muchas ocasiones estos movimiento generan lesiones longitudinales que afectan a gran parte del menisco, obligando a la inmovilidad de la articulación.

En el caso de personas de edad avanzada, las lesiones de menisco se producen en su mayoría por consecuencias degenerativas, pueden presentarse sin traumatismos o con traumatismos muy leves. Son mucho menos graves que las anteriores pero sí generan fuerte dolor cuando el paciente intenta ponerse en cuclillas o al levantar algún objeto. Su tratamiento es menos intenso, ya que los cartílagos se encuentran muy débiles.

Ligamento cruzado anterior: una lesión que inmoviliza

En el interior de la rodilla se encuentran cuatro ligamentos que conectan al fémur y a la tibia que actúan como cuatro fuertes soportes para mantener la unión de los huesos y dar estabilidad a la rodilla. Controlan el movimiento hacia adelante y hacia atrás así como la rotación interna de la rodilla, siendo de los cuatro el ligamento cruzado anterior el que se lesiona más frecuentemente.

Lo más común es que esta lesión se presente acompañada de daños a otros ligamentos, como la muy conocida triada de O’Donoghue, que incluye rotura del ligamento cruzado anterior, la rotura del menisco interno y el esguince o rotura del ligamento lateral interno, en casos de actividades deportivas con mayor impacto como el esquí o el fútbol.

En otras prácticas deportivas o actividades rutinarias, la rotura del ligamento es aislada o asociada solo a una rotura de menisco, pero en la mayoría de los casos se trata de desgarros completos, donde se produce un arrancamiento desde el fémur seguido de una rotura en la mitad del ligamento que generalmente no son reparables.

En algunos casos puede tratarse la rotura del ligamento cruzado anterior sin cirugía. Es decir, con fortalecimiento muscular o entrenamiento de la propiocepción de la rodilla; tratando de recuperar o mejorar los mecanismos automáticos con ejercicios que inciden en la señales entre cerebro y la pierna. No obstante, en muy pocos pacientes resulta efectivo este tratamiento, lo cual necesita intervención quirúrgica para sustituir el ligamento, ya que el mismo no puede repararse.

Intervención quirúrgica y recuperación a través de la artroscopia

Se trata de la tecnología más avanzada para tratar cirugías en las articulaciones, sobre todo en las rodillas. Es una técnica que permite intervenir al paciente a través de una cámara de 3 mm, con la cual puede llegarse en forma efectiva a los ligamentos, sustituyendo su estructura y garantizando una recuperación mucho más rápida que con la cirugía abierta.

Las lesiones de menisco o las roturas del ligamento cruzado anterior, como se ha dicho, son más frecuentes en pacientes que practican deportes de alto impacto, por lo que es determinante en su recuperación la fortaleza muscular y el control neuromuscular, ya que el paciente debe recobrar la propiocepción y la musculación antes de reincorporarse a sus prácticas deportivas. Las terapias de recuperación son vitales teniendo en cuenta que es mucho más probable una nueva rotura en una rodilla intervenida que en una rodilla sana.