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Ni el fracaso hace reflexionar

In Opinión, Silbando la Internacional
diciembre 07, 2018

En Andalucía las previsiones electorales fracasan de nuevo. Son unas previsiones previas al acto de votar, hechas a partir de lo políticamente correcto, según lo considere el tinglado político y técnico de propaganda del sistema dominante. La votación descalifica otra vez a los que manejan y quieren dirigir el pensamiento y la voluntad de las personas como algo mecánico, encuadrado en un esquema previsto. Se desprecia la reacción individual y colectiva de los trabajadores y sectores populares, para bien y para mal, ante los hechos que acontecen. Y por ello quedan perplejos cuando ven que una opción política de extrema derecha, según las propuestas programáticas que esta organización hace, es votada por muchas personas de extracción obrera y popular en los barrios más humildes.

VOX sale de las catacumbas en unas elecciones importantes, en Andalucía, una región, una comunidad autónoma, gobernada desde hacía casi cuarenta años por el PSOE, con una derecha testimonial representada por el PP, sin posibilidades significativas de cambiar la situación en todo ese tiempo. Y los que durante años han estado vociferando, viniera a cuento o no, que el PP, y en concreto Mariano Rajoy, eran los fascistas herederos del franquismo, a lo que fueron sumando a Cs y Albert Rivera, ahora, después de su fracaso, convocan a la ciudadanía, citando por su nombre a diversos movimientos a salir a la calle contra el fascismo. Y uno piensa alarmado, que si aquellos eran los herederos del franquismo y VOX la versión actualizada de aquel, todos fascistas, hay para encogerse y esconderse en un rincón ya que la sociedad, por encima de constitución, estatutos, parlamentos, normas legislativas y jurídicas, ha metabolizado y aceptado que el fascismo es lo mejor para unas condiciones de vida y de trabajo dignas. Y así no es necesario ningún análisis, reflexión de fondo y pronunciamiento político solvente sobre las causas reales de que en Andalucía Ciudadanos pegue un salto espectacular, VOX salga de las catacumbas y el PP tenga posibilidades de gobernar a pesar de una fuerte caída.

Y para dejar claro lo que pasa y los intereses partidistas y personales de cada partido y grupo de personas de especial significado público, Unidos Podemos, con sus jefes Iglesias y Garzón a la cabeza, el PSOE con Pedro Sánchez de impulsor, y los secesionistas catalanes de compañeros de viaje, claman al unísono: Unidad y movilización contra el fascismo, y Torra hasta reclama levantar un muro contra el fascismo españolista, mientras la ministra de Justicia, Dolores Delgado, la de las tabernarias conversaciones con el comisario encarcelado Villarejo, dice que VOX se debe denunciar y aislar porque este partido está contra la Constitución, ya que todos los demás, incluidos los independentistas que se ciscan en la Constitución, el Estatut y las normas democráticas más elementales, son fuerzas constitucionalistas. Para carcajearse si no fuera porque el nuevo esperpento que vive España, no presagia nada bueno.

En Andalucía la izquierda ha fracasado. Susana Díaz tiene responsabilidades obvias, los ERES, la avalancha inmigratoria en sus costas, utilizada demagógicamente por la derecha, y otras cuestiones sociales, también; Adelante Andalucía ha fracasado y Teresa Rodríguez y Maíllo tienen también responsabilidades en ello, pero en el caso del PSOE la responsabilidad principal del fracaso es de Pedro Sánchez y sus políticas y en el caso de Adelante Andalucía de Pablo Iglesias y Alberto Garzón por las políticas oportunistas y arribistas que impulsan. Pedro Sánchez podrá llegar a ser, sin esforzarse mucho, el presidente del PSOE más contradictorio, errático y ambicioso, y ya es decir, que haya pasado por La Moncloa.

En resumen, cuando la política pierde su carácter de hacer propuestas que, aunque diversas y confrontadas ideológicamente y programáticamente, sean rigurosas, se abre paso el caudillismo y la politiquería más burda que considera a la gente tan absolutamente cretina que sólo es capaz de mirar y seguir el dedo que le manda lo que debe hacer. Y en esas estamos. No sé cómo irá de ahora en adelante en Andalucía, qué pactos y gobierno habrán, ni las repercusiones que ello tendrá en el conjunto de España. Visto lo visto de las reacciones ante el fracaso electoral de la izquierda y la utilización de este fracaso por los golpistas catalanes para sacudirse su gran responsabilidad en ello; y las del PSOE y Unidos Podemos, que no han aprendido nada, veo más necesario y urgente que nunca la reestructuración ética, política e ideológica de la izquierda, para que pase de la retórica superficial, oportunista, improvisada y vacía a la construcción de un proyecto político sólido con vocación de hegemonía social y cultural. A mi entender, esto significa abandonar el postmodernismo abstracto impulsado por las nuevas concepciones neoliberales que tan bien representan Soros y otros, que impulsan movimientos teóricamente “alternativos” sin ninguna vinculación con la lucha de clases y sin ninguna intención de recuperar la teoría y la práctica revolucionaria en las condiciones objetivas actuales. En un mismo sentido, denunciar y rechazar el feudalismo separatista catalán que conecta actualmente con esta “izquierda” que cuanto más abandona los principios y valores que la hizo nacer, crecer e influir en la mejora de las condiciones de vida y de trabajo, más deserción produce en las filas del movimiento obrero. El resultado de las elecciones andaluzas y lo que se vislumbra en el futuro debería servir para pensar, analizar y crear la teoría y la práctica adecuadas a la situación. Sin abusar del concepto, quizás se trate de hacer un verdadero análisis marxista elemental, no de recuperar coletillas marxistas-leninistas en los congresos, que no sirven para otra cosa que para disfrazar la desidia y el abandono ideológicos, o intentar aplicar el “buen sentido común” a la realidad, como preconizaba y desarrollaba el camarada Gramsci.

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Francisco Frutos Gras fue Secretario General del Partido Comunista de España (PCE) entre 1998 y 2009. Parlamentario del Congreso de los diputados de 1993 hasta 2004. En diciembre de 1999 encabezó la candidatura de Izquierda Unida a las elecciones generales de marzo del 2000.