El Banco de Rusia ha anunciado recientemente la suspensión de sus operaciones de compra de divisas en el mercado interno desde el 28 de noviembre hasta finales de año. Esta medida tiene como objetivo principal reducir la volatilidad del rublo, que ha experimentado una caída significativa, alcanzando un valor cercano a los 114 rublos por dólar.
La decisión del regulador financiero llega en un contexto complicado, marcado por la expansión de las sanciones occidentales y las tensiones geopolíticas que afectan a la economía rusa. A pesar de las adversidades, el banco central continuará vendiendo divisas para reponer el Fondo Nacional de Riqueza, con operaciones diarias que ascienden a 8.4 mil millones de rublos (aproximadamente 74 millones de dólares).
Impacto de las Sanciones y Estrategias de Respuesta
El debilitamiento del rublo se ha intensificado tras la reciente ampliación de las restricciones impuestas por Estados Unidos, que han afectado a Gazprombank, el tercer mayor banco del país y crucial en el procesamiento de pagos para las exportaciones de energía. Los analistas de Rosbank advierten que la continuidad de estas sanciones podría complicar aún más las transacciones comerciales internacionales y disminuir la liquidez en el mercado de divisas ruso.
El escenario actual sugiere que la tendencia de un rublo débil podría ser sostenible hasta 2025. Expertos en economía indican que este debilitamiento podría, de hecho, beneficiar al gobierno ruso, permitiendo una mayor recaudación fiscal. Dado que una parte significativa de los ingresos generados por las exportaciones de energía se realiza en dólares y euros, un rublo más débil resulta en un retorno más elevado en términos de moneda local.
El Ministro de Finanzas, Anton Siluanov, ha subrayado que un rublo debilitado también favorece a los exportadores, compensando los efectos negativos de las altas tasas de interés establecidas por el Banco de Rusia. Esta dinámica revela una respuesta estratégica ante un entorno internacional adverso, donde la resiliencia de la economía rusa es puesta a prueba, pero también se muestra como un ejemplo de adaptabilidad frente a las sanciones.