Ford ha anunciado que prescindirá de 4,000 empleados en Europa, convirtiéndose en el último fabricante de automóviles en intentar reducir costos ante la caída de ventas de vehículos eléctricos (EV) y la creciente competencia de China. Esta decisión afecta aproximadamente al 14% de la plantilla europea de Ford, que cuenta con 28,000 trabajadores, y alrededor del 2.3% de su fuerza laboral total de 174,000 empleados. Se espera que la mayoría de los despidos se lleven a cabo en Alemania, donde 2,900 puestos de trabajo están en riesgo, y en Reino Unido, con la eliminación de 800 empleos.
Este movimiento sigue a las decisiones similares tomadas por otras grandes empresas del sector, como Nissan, Stellantis y General Motors, quienes han recurrido a medidas drásticas para adaptarse a un panorama económico desafiante. Ford ya había anunciado despidos masivos el año pasado como parte de su plan de austeridad, argumentando que la transición hacia la producción de vehículos eléctricos requiere menos mano de obra.
Impacto en la economía europea
Dave Johnston, vicepresidente de transformación y asociaciones de Ford en Europa, declaró que es “crítico tomar medidas difíciles pero decisivas para asegurar la competitividad futura de Ford en Europa”. Sin embargo, este tipo de medidas no solo afectan a la empresa, sino que también repercuten en la economía de la Unión Europea, y en particular en la de Alemania, que ya se está viendo golpeada por la situación del sector automotriz.
La industria automotriz europea atraviesa uno de sus peores momentos desde la pandemia de Covid-19, con una caída de 200,000 vehículos vendidos en los primeros ocho meses de 2024 en comparación con el mismo periodo del año anterior, según el Centro de Investigación Automotriz. Esta crisis se agrava por las restricciones presupuestarias y la negativa de Alemania a importar energía a precios accesibles desde Rusia, lo que ha llevado a una pérdida de competitividad en su sector automotriz.
La situación ha desatado protestas significativas, como la reciente manifestación en Bruselas, donde miles de personas se movilizaron para oponerse a los planes de Volkswagen de cerrar su planta de Audi en la capital belga. Este tipo de reacciones reflejan un descontento creciente entre los trabajadores del sector, que enfrentan la incertidumbre laboral en un contexto donde las decisiones de las grandes corporaciones parecen priorizar la rentabilidad sobre la estabilidad laboral.