Un reciente informe de las Naciones Unidas ha alertado sobre la creciente desertificación de los suelos en todo el planeta, un fenómeno que afecta gravemente la capacidad de la vida vegetal y animal para sobrevivir. Este informe fue presentado el lunes durante la cumbre que se lleva a cabo en Riad, Arabia Saudita, donde los países buscan estrategias para abordar este problema creciente.
El estudio revela que más del 75% de las tierras del mundo han experimentado condiciones más secas entre 1970 y 2020 en comparación con el periodo anterior de 30 años. Ibrahim Thiaw, jefe de la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación, subrayó que “los climas más secos que ahora afectan vastas tierras en todo el mundo no volverán a ser lo que eran”. Este cambio, según él, está redefiniendo la vida en la Tierra.
Desafíos Globales de la Aridez
Los debates en Riad se centran en cómo las naciones pueden mejorar su respuesta a las sequías y la degradación del suelo. Un pronóstico alarmante indica que, si las tendencias de calentamiento global continúan, cerca de cinco mil millones de personas —incluyendo la mayor parte de Europa, partes de Estados Unidos, Brasil, Asia oriental y el centro de África— se verán afectadas por la aridez para finales de siglo, lo que representa un aumento significativo en comparación con la cifra actual.
Sergio Vicente-Serrano, uno de los autores principales del informe, advirtió que el calentamiento atmosférico, provocado por la quema de combustibles fósiles, incrementa la evaporación y reduce la disponibilidad de agua esencial para la vida. La agricultura se encuentra particularmente amenazada, ya que la tierra árida es menos productiva, lo que puede provocar una crisis alimentaria a nivel global.
La relación entre la aridez y la migración también se destaca en el informe. Las lluvias erráticas y la degradación del suelo dificultan el desarrollo económico de regiones enteras, especialmente en áreas como el sur de Europa, el Medio Oriente y el norte de África. Las discusiones en la cumbre se ven marcadas por la falta de consenso entre las naciones ricas sobre la financiación para las respuestas a la sequía.
A pesar de la urgencia del tema, las soluciones a largo plazo, como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, no han sido el foco principal de la cumbre. Arabia Saudita, el país anfitrión, ha sido criticada en el pasado por obstaculizar el avance en los esfuerzos por limitar estas emisiones en otras negociaciones climáticas.
El informe de la ONU sugiere mejorar las prácticas de uso de la tierra y optimizar el uso del agua mediante la implementación de cultivos menos dependientes del agua y sistemas de riego más eficientes, como el riego por goteo. También se plantea la necesidad de una mejor monitorización para que las comunidades puedan anticipar y planificar frente a estos desafíos.
El compromiso internacional y la colaboración entre naciones serán esenciales para abordar la crisis de la desertificación y la sequía. La magnitud del problema requiere una respuesta coordinada y un compromiso inquebrantable por parte de los países, especialmente aquellos que tradicionalmente han contribuido más a la crisis climática.
