En el contexto actual de la economía británica, la inflación ha experimentado un aumento significativo, alcanzando el 2.6% en noviembre, según ha informado la Oficina de Estadísticas Nacionales del Reino Unido. Este incremento se convierte en el segundo mes consecutivo de subida, lo que refleja una tendencia preocupante en un país que ya enfrenta desafíos económicos considerables.
La cifra fue coherente con las previsiones de los economistas, quienes habían anticipado un aumento tras el descenso a un mínimo de tres años y medio del 1.7% en septiembre. La inflación subyacente, que excluye elementos volátiles como energía, alimentos, alcohol y tabaco, se situó en un 3.5%, ligeramente por debajo de las proyecciones de los analistas.
Desafíos Estructurales y Políticas del Gobierno
Los economistas han señalado que este aumento en la inflación está parcialmente relacionado con un incremento en el tope de precios de energía fijado por el regulador para el invierno. Joe Nellis, asesor económico de la firma de contabilidad MHA, ha advertido que esta trayectoria ascendente podría continuar en los próximos meses, apuntando a los problemas estructurales en el mercado laboral británico como un factor crucial.
La presión sobre el gobierno británico se intensifica ante decisiones recientes que incluyen aumentos en los salarios del sector público y un incremento en el salario mínimo. Estas decisiones, aunque bien intencionadas, han llevado a críticas por parte de sectores empresariales que señalan que las nuevas políticas fiscales están generando una carga adicional sobre las empresas, lo que a su vez podría repercutir en la inflación.
La inflación en el sector servicios, el más dominante de la economía británica, se ha mantenido en un 5%, lo que ha llevado a los mercados de dinero a descartar casi por completo la posibilidad de un recorte de tasas de interés en la reunión final del Banco de Inglaterra de este año. La economía británica ha mostrado signos de debilidad, experimentando una contracción del 0.1% en octubre, lo que representa la segunda caída mensual consecutiva.
A pesar de estos desafíos, la reacción del Banco de Inglaterra ante la inflación parece estar en línea con las proyecciones que habían anticipado. Sin embargo, la preocupación radica en el crecimiento más débil de lo esperado, que se queda atrás respecto a las propias proyecciones del Banco.
En este marco, el valor de la libra esterlina ha continuado su descenso frente al dólar estadounidense y al euro, lo que añade un elemento adicional de incertidumbre a la economía británica. A medida que otros bancos centrales, como el del Banco Central Europeo y la Reserva Federal de Estados Unidos, están tomando decisiones para reducir las tasas de interés, el enfoque del Banco de Inglaterra podría ser visto como un intento de estabilizar una economía que se enfrenta a vientos en contra significativos.