La vida persiste en Baalbek entre el miedo y la devastación tras el alto el fuego

In Internacional
diciembre 22, 2024

Las calles de Baalbek, una de las principales ciudades del este del Líbano, parecen haber recuperado la normalidad tras meses de conflicto. A pesar de la reciente tregua, la vida cotidiana se desarrolla con un trasfondo de miedo y desconfianza. Los comercios están abiertos y las mujeres y niños aprovechan las últimas horas de sol para realizar sus compras. Sin embargo, la sensación de inseguridad persiste, como lo expresa Mariam, una joven que trabaja en una tienda de ropa: «Estoy aterrada, tengo muchísimo miedo».

Desde la declaración del alto el fuego el 27 de noviembre, Israel ha llevado a cabo 248 violaciones del acuerdo, la mayoría de ellas a cargo del Estado hebreo. En este primer mes de tregua, al menos 30 personas han perdido la vida y otras 36 han resultado heridas debido a estos ataques. La milicia chií Hizbulá ha respondido con el lanzamiento de proyectiles, pero la población de Baalbek no confía en que esta paz temporal perdure.

Impacto del conflicto en la población civil

Mariam pasó dos meses oculta en su hogar, escuchando el estruendo de los aviones y los ataques aéreos. En la región de Baalbek, al menos 940 personas han muerto y 1.520 han resultado heridas como consecuencia de 1.260 ataques aéreos. Esta cifra representa casi una cuarta parte del total de muertos en el Líbano desde el inicio del conflicto. La situación se agravó a finales de octubre, cuando más de 50.000 personas se vieron obligadas a abandonar Baalbek debido a las órdenes de evacuación israelíes.

La pobreza en Baalbek es alarmante, con un 60% de la población viviendo en condiciones precarias, en comparación con el 44% en el resto del Líbano. La llegada de refugiados sirios ha exacerbado esta situación, debilitando aún más las infraestructuras y servicios de la región. Maher, un joven oriundo de Baalbek, explica que muchos no pudieron escapar porque no tenían dinero para alquilar un nuevo hogar y carecían de recursos para protegerse de los ataques.

Baalbek, con una historia que se remonta a 11.000 años, es conocida por sus impresionantes ruinas romanas. Sin embargo, la amenaza de ocupación israelí sobre este patrimonio cultural es una preocupación constante para sus habitantes. Maher denuncia que «si Israel tuviera la oportunidad de ocupar nuestra tierra, lo haría», reflejando el sentimiento de desconfianza hacia el Estado hebreo.

La presencia de Hizbulá en la región es notable, no solo por su importancia histórica como bastión de resistencia, sino también por su papel en la provisión de servicios sociales en un contexto de crisis. Aunque Maher no se identifica con los ideales del grupo, reconoce que «Israel es nuestro enemigo» y que la lucha por la tierra y la identidad árabe es una causa común.

Mariam, por su parte, anhela un futuro sin guerra. A pesar de las dificultades, la población libanesa espera que el Gobierno, a pesar de su situación financiera crítica, asuma la responsabilidad de la reconstrucción. «Toda la reconstrucción la tiene que hacer el Estado, no la ciudadanía», afirma, reflejando la frustración de muchos ante la falta de acción gubernamental.

Antes del conflicto, una de cada tres personas en el Líbano vivía en la pobreza. Ahora, esa cifra ha aumentado, dejando a la población de Baalbek y el valle de la Becá en una situación desesperada, donde solo les queda esperar un cambio que parece lejano.

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