Las festividades navideñas, a menudo asociadas con la alegría y la generosidad, esconden en diversas culturas europeas figuras folclóricas inquietantes que ofrecen una perspectiva sombría de estas celebraciones. Desde el temible Krampus en los Alpes hasta Befana, la bruja italiana, estas tradiciones reflejan un trasfondo moral que va más allá de la simple entrega de regalos. A continuación, exploramos algunas de estas peculiares y, en ocasiones, perturbadoras figuras navideñas.
Le Père Fouettard (Francia, Bélgica y Suiza)
Le Père Fouettard, cuyo nombre se traduce como “Padre Azotador”, es el oscuro compañero de San Nicolás. Cada 6 de diciembre, este personaje encapuchado castiga a los niños que se han portado mal, entregándoles carbón o incluso propinándoles palizas. Su origen se remonta a una historia del siglo XIII sobre un posadero que, tras capturar y asesinar a tres niños, fue condenado por San Nicolás a servirle eternamente como castigo. En la actualidad, este personaje se ha integrado en la cultura popular, apareciendo en canciones y relatos.
Krampus (Austria y Alemania)
Krampus, una criatura mitad cabra y mitad demonio, sirve como contrapunto a San Nicolás. El 5 de diciembre, conocido como Krampusnacht, este ser aterra a los niños desobedientes, y se dice que incluso puede secuestrarlos. A pesar de los intentos de la Iglesia Católica de prohibirlo por su apariencia diabólica, Krampus ha resurgido en la cultura moderna, apareciendo en desfiles y en producciones cinematográficas.
Otra figura destacada es Befana, la bruja italiana que, según la leyenda, se perdió el nacimiento de Jesús y, como penitencia, reparte dulces a los niños buenos cada 5 de enero. Su imagen se describe como una anciana con ojos de brasa, dientes afilados y una cara llena de hollín, que baja por las chimeneas para cumplir con su tarea.
En Islandia, encontramos al Jólakötturinn, o el Gato de Yule, que tiene una historia aún más oscura. Este gigante felino se dice que devora a los niños que no reciben ropa nueva para Navidad. La leyenda, popularizada por el poeta Jóhannes úr Kötlum en 1932, advierte a los niños que deben hacer sus tareas para ser considerados dignos de regalos y evitar así un destino fatal.
Finalmente, en la mitología griega, los Kallikantzaroi son pequeños goblins que, durante las festividades, emergen de su mundo subterráneo para hacer travesuras. La tradición sugiere que para evitar sus bromas, se cuelgue un hueso de cerdo en la puerta o se coloque un colador en el umbral, ya que estos seres sólo pueden contar hasta dos y se distraerán intentando contar los agujeros del colador.
Por otro lado, en Cataluña, el «Caga Tió» es una figura folclórica que representa un tronco de madera al que se alimenta durante diciembre. En la noche de Navidad, los niños lo golpean con palos mientras cantan canciones tradicionales para que «defeque» dulces y regalos. Esta curiosa tradición refleja una relación lúdica con el concepto de la fertilidad y la abundancia, características comunes en la cultura catalana.
Así, estas figuras navideñas, lejos de ser meros personajes de cuento, ofrecen una visión fascinante de las preocupaciones y valores de las sociedades que las celebran, convirtiendo la Navidad en una época tanto de alegría como de reflexión sobre el comportamiento y la moralidad.
