En el centro de Tel Aviv, en la plaza Habima, se encuentra un auditorio monumental que, a simple vista, parece un aparcamiento convencional. Sin embargo, este espacio esconde una función vital: se trata del mayor refugio antibombas del mundo. Este refugio subterráneo, construido en 2011 como parte de las reformas del teatro municipal, se ha convertido en un lugar crucial para la seguridad de los habitantes de la ciudad, quienes a menudo deben buscar refugio ante la amenaza de misiles provenientes de Gaza, Líbano o Yemen.
El refugio, que abarca cuatro plantas subterráneas, tiene una capacidad oficial para 2.000 personas, aunque puede albergar a más en caso de emergencia. Su diseño y construcción le otorgan una resistencia notable, convirtiéndolo en un espacio seguro durante los ataques aéreos. En la actualidad, la red de refugios de Tel Aviv puede acoger a un total de 250.000 personas, según estimaciones gubernamentales.
Búnker por ley
Desde que se construyó, muchos residentes de Tel Aviv han tenido que utilizar este refugio. Maya, una periodista local, ha compartido su experiencia, indicando que ha buscado refugio en varias ocasiones. Las nuevas construcciones en la ciudad deben contar, por ley, con un refugio propio en el sótano, pero muchos de los edificios más antiguos, que datan de la fundación de la ciudad en 1909, carecen de estas instalaciones. Estos barrios históricos, como Neve Tzedek, se han gentrificado, lo que ha elevado sus precios y ha dificultado su renovación.
La situación actual ha llevado a que la mayoría de los edificios nuevos cuenten con su propio búnker, conocido localmente como ‘shelter’. En caso de que un edificio no disponga de uno, los residentes pueden acudir a refugios municipales. Sin embargo, la amenaza no solo proviene de misiles balísticos, sino también de posibles ataques con armas químicas, para los cuales el refugio de Habima Square está especialmente preparado.
Este refugio no solo ofrece protección contra ataques aéreos, sino que también está equipado con sistemas de ventilación que lo convierten en un lugar seguro en caso de un ataque químico. Con una superficie total de 40.000 metros cuadrados, el refugio puede transformarse en un improvisado centro de salud en caso de necesidad, con capacidad para convertirse en una sala de emergencias con hasta 1.000 camas en 48 horas, según declaraciones del director general del Centro Médico Sourasky de Tel Aviv.
En el exterior del refugio, un gran letrero luminoso con la frase «Bring them home» («Traedlos a casa») recuerda la situación crítica de más de un centenar de ciudadanos israelíes que fueron secuestrados por Hamás el 7 de octubre de 2023 y cuyo paradero sigue siendo desconocido.
El refugio de Habima Square, además de su función de aparcamiento, ofrece máquinas de bebidas y alimentos, un detalle que resalta su capacidad para albergar a personas durante períodos prolongados. En las recientes semanas, las alarmas en Tel Aviv han sonado hasta cuatro veces en un solo día, dejando un saldo de heridos y daños materiales significativos. En este contexto, los refugios antibombas han sido utilizados más de lo que los residentes hubieran deseado, reflejando la tensa realidad que enfrentan en su vida cotidiana.