Justin Trudeau, líder del Partido Liberal de Canadá y primer ministro durante los últimos nueve años, ha anunciado su renuncia a ambos cargos. Esta decisión, aunque sorprendente en el contexto político canadiense, se ha gestado a lo largo de los últimos meses, marcados por una notable caída en la popularidad de su gobierno. Según una reciente encuesta del Instituto Angus Reid, el apoyo a los liberales ha alcanzado un alarmante 16%, lo que refleja un descenso de tres puntos en la aprobación del primer ministro.
Trudeau, en un discurso pronunciado en su lugar de nacimiento, dejó claro que su intención es dimitir una vez que el partido elija a un nuevo líder. En este contexto, nombres como el de Mark Carney, actual asesor económico, y Melanie Joly, ministra de Exteriores, han cobrado relevancia como posibles sucesores. Carney ha sido considerado para liderar un renovado ejecutivo, mientras que Joly podría asumir un papel más destacado en la gestión comercial y económica, especialmente en el contexto de las relaciones con Estados Unidos.
Dimisiones y desafíos en el gobierno de Trudeau
La situación se ha complicado aún más con la reciente dimisión de Chrystia Freeland, exviceprimer ministra y exministra de Finanzas, quien ha sido una figura clave en el gabinete de Trudeau. Freeland ha argumentado que su salida se debe a desacuerdos sobre la gestión de aranceles y la política exterior hacia Estados Unidos, criticando a Trudeau por recurrir a «trucos políticos para ganar votos». Su renuncia ha dejado un vacío significativo en el liderazgo del Partido Liberal, lo que podría complicar aún más la transición hacia un nuevo liderazgo.
Freeland, que ha sido una figura destacada desde la llegada de los liberales al poder en 2015, se enfrenta ahora a un complejo panorama político. Su posible candidatura en las primarias del partido la posiciona como una alternativa en un contexto donde el Partido Conservador, liderado por Pierre Poilievre, se prepara para presentar una nueva moción de censura en el Parlamento.
Un legado político y periodístico
Chrystia Freeland, antes de su carrera política, fue una reconocida periodista con experiencia en medios internacionales como Financial Times y The Washington Post. Su formación académica en Harvard y su interés por la historia y la política rusa la han convertido en una experta en relaciones internacionales. Durante la crisis de Crimea, fue una de las trece canadienses vetadas de viajar a Rusia, lo que subraya su compromiso con la defensa de los derechos humanos y su postura crítica hacia el régimen de Putin.
Desde su entrada en el gobierno, Freeland ha representado a Canadá en diversas crisis internacionales, incluyendo la situación en Venezuela y las protestas en Hong Kong, mostrando un firme compromiso con la defensa de los derechos humanos a nivel global. Su trayectoria, tanto en el periodismo como en la política, la posiciona como una figura influyente en el futuro del Partido Liberal y en la política canadiense en general.