Las relaciones entre la Iglesia ortodoxa rusa y el régimen de Vladímir Putin están generando inquietud en el Reino Unido. Recientemente, varios miembros de la Cámara de los Comunes han expresado su preocupación tras la publicación de un informe del centro de pensamiento Forum for Foreign Relations. Este documento advierte sobre la creciente influencia política del patriarca Cirilo I, líder de la Iglesia ortodoxa en Moscú, en el Reino Unido, y solicita la apertura de una investigación para monitorear las actividades de las organizaciones benéficas asociadas a esta institución en el país, con el fin de garantizar su independencia y proteger la seguridad nacional.
El informe destaca que los vínculos entre el patriarcado de Moscú y la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero (ROCOR, por sus siglas en inglés) trascienden la esfera espiritual, adentrándose en el ámbito de la política y la propaganda. En particular, se señala la postura del obispo Irenei, representante de la Iglesia ortodoxa en el Reino Unido, quien ha evitado calificar a Rusia como el agresor en el conflicto ucraniano, lo que ha llevado a la creación de una “falsa equivalencia moral”. Además, ha omitido mencionar los crímenes de guerra cometidos por el Ejército ruso y el contexto de la invasión de Ucrania, que comenzó hace una década con la anexión de Crimea.
Vínculos y control desde Moscú
Las declaraciones del obispo Irenei son coherentes con las del patriarca Cirilo I, quien fue sancionado por el Gobierno británico poco después del inicio de la invasión. Según Stepan Stepanenko, director de investigación y estrategia de Forum for Foreign Relations, “todas las decisiones que afectan a la Iglesia ortodoxa en el Reino Unido están refrendadas por el patriarca”. Esto implica que cualquier acción que se tome debe contar con su aprobación, lo que pone de manifiesto el control que ejerce desde Moscú.
El informe también revela que, a pesar de su adscripción política, las organizaciones sin ánimo de lucro vinculadas a la Iglesia ortodoxa rusa continúan operando en el Reino Unido, lo que contraviene las normas establecidas por la Charity Commission, la entidad reguladora de estas organizaciones. Stepanenko afirma que, aunque no se mencione explícitamente en sus documentos, estas entidades están controladas de manera efectiva por un individuo en Moscú, que está sancionado por el Gobierno británico y que tiene la última palabra en sus decisiones.
El informe recomienda a la Charity Commission que inicie una investigación para verificar si las organizaciones vinculadas a la Iglesia ortodoxa rusa cumplen con la normativa vigente. También se insta a indagar sobre los posibles vínculos entre los patronos de estas organizaciones y el Kremlin, así como a esclarecer el origen de las donaciones que reciben. Stepanenko advierte que ya se han documentado casos de espionaje por parte de clérigos en Ucrania, lo que podría replicarse en el Reino Unido a través de organizaciones benéficas encubiertas.
Hasta el momento, la Charity Commission no ha emitido un pronunciamiento al respecto. Sin embargo, Stepanenko no atribuye esta falta de acción a una falta de voluntad, sino a la limitada financiación del organismo regulador. El informe ha recibido el apoyo de varios miembros de la Cámara de los Comunes, incluido el diputado laborista Fred Thomas, quien participó en su presentación en el Parlamento británico con el objetivo de centrar la atención en las actividades de las organizaciones vinculadas al Kremlin en el Reino Unido y su potencial capacidad para desestabilizar el país.