La reciente anulación de los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Rumanía ha desatado una ola de protestas en Bucarest, donde decenas de miles de ciudadanos se manifestaron el pasado domingo en contra de la decisión del Tribunal Constitucional. Este tribunal invalidó la victoria del candidato independiente Calin Georgescu, quien había superado a todos los demás aspirantes en la primera ronda celebrada en diciembre.
Los vídeos que circulan en redes sociales muestran a los manifestantes tocando bocinas y agitando banderas rumanas, mientras coreaban consignas como “libertad” y “devuélvanos la segunda vuelta”. Algunos portaban retratos de Georgescu o íconos cristianos ortodoxos, así como pancartas con lemas como “La democracia no es opcional” y “Queremos elecciones libres”. Según los organizadores, más de 100.000 personas participaron en la protesta, aunque la policía estimó que la cifra era considerablemente menor.
Contexto político y judicial
George Simion, líder de la Alianza por la Unidad de Rumanos, un partido de extrema derecha, declaró a los medios que “estamos protestando contra el golpe de estado que tuvo lugar el 6 de diciembre”. Simion expresó su descontento al afirmar que “lamentamos descubrir tan tarde que vivíamos en una mentira y que éramos dirigidos por personas que afirmaban ser demócratas, pero que no lo son en absoluto”. Demandó un retorno a la democracia a través de la reanudación de las elecciones, comenzando con la segunda vuelta.
En la primera ronda de votación, Georgescu obtuvo el 22,94% de los votos, superando a la candidata liberal de izquierda, Elena Lasconi, quien alcanzó el 19,18%. La anulación de su victoria por parte del tribunal se basó en una cláusula de la legislación nacional que enfatiza la necesidad de garantizar la corrección y legalidad del proceso electoral, anunciando que se repetiría en una fecha posterior.
Georgescu ha insistido en que el poder del pueblo es la base de un estado democrático y que las autoridades deben respetar los resultados de la votación nacional. Aseguró que el actual gobierno rumano teme perder el poder. La anulación de los resultados ha coincidido con acusaciones de que Moscú habría apoyado la campaña de Georgescu, afirmaciones que han sido desmentidas por la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, quien las calificó de “absolutamente infundadas”.
Georgescu, un nacionalista religioso, ha criticado tanto a la OTAN como a la Unión Europea y se opone a la participación de Rumanía en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Ha prometido poner fin a toda asistencia militar y política a Kiev si es elegido presidente. Además, ha manifestado su preocupación por el aumento militar en la base aérea Mihail Kogalniceanu, la mayor instalación de la OTAN cerca del Mar Negro, afirmando que “la OTAN está utilizando a Rumanía como una puerta para la guerra”.
