Un reciente sondeo realizado por USA Today ha revelado que la propuesta del presidente electo Donald Trump de “adquirir” Groenlandia a Dinamarca no cuenta con el respaldo de la opinión pública estadounidense. Esta idea, que Trump había planteado durante su primer mandato y que ha resurgido en las últimas semanas, ha sido recibida con sorpresa y escepticismo.
Según el estudio, llevado a cabo por la Universidad de Suffolk entre el 7 y el 11 de enero, solo el 11% de los encuestados considera que la próxima administración de Trump debería hacer todo lo posible por adquirir la isla. Un 29% opina que es una buena idea, aunque poco realista, mientras que un 53% se opone completamente a la adquisición.
Reacciones partidistas y el contexto de Groenlandia
El sondeo también revela una clara división entre los votantes de diferentes partidos. Un 86% de los demócratas se opone a la propuesta, mientras que entre los republicanos, solo un 23% la apoya. Un 21% considera que no es una buena idea, y un 48% la ve como buena pero irrealizable.
Por otro lado, un estudio reciente de la firma Patriot Polling indica que más del 57% de los groenlandeses estarían a favor de que la isla se convirtiera en parte de Estados Unidos, mientras que un 37.4% se opone a esta idea. Groenlandia, que cuenta con una población de aproximadamente 57,000 habitantes, ha disfrutado de un gobierno autónomo desde 2009, aunque su soberanía ha sido reconocida internacionalmente desde principios del siglo XIX.
La isla, que se extiende por 2.2 millones de kilómetros cuadrados, es rica en recursos naturales como oro, plata, cobre y uranio, además de poseer vastas reservas de petróleo en sus aguas territoriales. Sin embargo, el 80% de su superficie está cubierto de hielo, lo que plantea desafíos significativos para cualquier tipo de desarrollo.
Trump ha argumentado que el control estadounidense sobre Groenlandia sería una cuestión de “seguridad nacional”. En este contexto, algunos republicanos en el Congreso han redactado el ‘Make Greenland Great Again Act’, que permitiría al presidente negociar con Dinamarca “la compra” de la isla. La propuesta, aunque ha generado interés en ciertos sectores, refleja la complejidad de las relaciones internacionales y las sensibilidades históricas que rodean a Groenlandia y su estatus político.