Un reciente artículo publicado en la revista Nature destaca la necesidad de establecer «zonas seguras» para los investigadores en medio de las crecientes tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China. Este análisis pone de relieve cómo el histórico Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), fundado como un espacio neutral durante la Guerra Fría, puede servir como modelo para fomentar la cooperación científica entre naciones en conflicto.
Los autores del comentario, que representan a ambas potencias, advierten sobre el deterioro de las relaciones políticas y cómo esto afecta negativamente los vínculos científicos. Consideran esta situación como una «tendencia peligrosa» que podría obstaculizar el progreso en campos críticos como la energía limpia o la medicina avanzada.
La importancia de la cooperación científica
Durante la Guerra Fría, IIASA se erigió como un espacio donde científicos de países en conflicto podían colaborar en investigaciones conjuntas, a pesar de las tensiones políticas. Hans Joachim (John) Schellnhuber, Director General del IIASA, subraya que la misión de promover la cooperación científica transfronteriza es más crucial que nunca. Enfrentamos desafíos globales como el cambio climático, la degradación ambiental, y pandemias, que requieren un enfoque de diplomacia «blanda» más que nunca.
Los investigadores en ambos países tienen el potencial de generar innovaciones significativas que podrían beneficiar a toda la humanidad. Sin embargo, la división creciente entre las comunidades científicas podría ralentizar el ritmo de descubrimiento, limitando la capacidad de respuesta conjunta ante problemas globales. Para mitigar esta brecha, es fundamental que los científicos sean conscientes del contexto político y asuman un papel activo en la definición de los términos de colaboración.
Los autores instan a los investigadores de EE.UU. y China a colaborar en la identificación de «zonas seguras», áreas de investigación que ofrecen un alto valor colaborativo a pesar de las tensiones geopolíticas. Este enfoque podría facilitar un entorno propicio para el intercambio de ideas y el progreso científico, a la vez que se busca minimizar el impacto de los conflictos políticos.
El artículo también señala la preocupante disminución de los intercambios de estudiantes y científicos entre ambos países, una consecuencia directa de las tensiones políticas recientes. Este estancamiento no solo afecta el desarrollo de nuevas ideas, sino que también limita la formación de una nueva generación de investigadores capaces de abordar los desafíos globales de manera efectiva.
Más información: Valerie J. Karplus et al, Cómo mantener la colaboración científica en medio del empeoramiento de las relaciones entre EE.UU. y China, Nature (2025). DOI: 10.1038/d41586-025-00033-2
