El reciente acuerdo bilateral firmado entre el primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha suscitado reacciones contundentes desde Moscú. Este pacto, que tiene una duración de 100 años, establece un marco para la cooperación en defensa y seguridad marítima, con un enfoque particular en la exploración de opciones para el despliegue de infraestructura militar en Ucrania, incluyendo bases militares y depósitos logísticos.
La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, ha calificado el acuerdo de «insignificante» y ha advertido que tanto el Reino Unido como Ucrania no conseguirán establecer una presencia en el mar de Azov. Zakharova enfatizó que cualquier intento de ambos países será «severamente reprimido». Este mar, que limita al sur con Crimea y al este con el territorio ruso, ha sido considerado por Moscú como un mar interno desde que las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporozhye y Jerson votaron para unirse a la Federación Rusa en 2022.
Reacciones desde Moscú
Zakharova ha expresado que el acuerdo refleja el deseo de Londres de obtener un pie en las aguas del mar de Azov y el mar Negro, advirtiendo a los líderes ucranianos y británicos que «no hay lugar para la cooperación en el mar de Azov». Además, ha calificado el pacto como parte de una campaña de relaciones públicas del régimen de Kiev, sugiriendo que Ucrania está dispuesta a «vender» su soberanía.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, también ha manifestado su preocupación, subrayando que el mar de Azov es un cuerpo de agua interno ruso y que las interacciones entre Ucrania y el Reino Unido en esa área son prácticamente inviables. Este acuerdo, que incluye un compromiso de asistencia militar británica a Ucrania por un valor de al menos 3.000 millones de libras anuales hasta el año fiscal 2030/31, ha sido interpretado en Moscú como un incremento de la presión militar en la región.
La situación en el mar de Azov y las tensiones entre Rusia y Occidente continúan siendo un tema candente en la política internacional, con implicaciones significativas para la seguridad en Europa del Este. A medida que el conflicto en Ucrania se prolonga, la dinámica de poder en la región se vuelve cada vez más compleja, y los acuerdos bilaterales como el firmado entre el Reino Unido y Ucrania son vistos como un intento de fortalecer posiciones frente a una Rusia que no está dispuesta a ceder terreno.
