La dependencia energética de la Unión Europea (UE) respecto a Rusia sigue siendo un tema candente, a pesar de los esfuerzos por reducirla. Recientemente, un portavoz de la Comisión Europea ha confirmado que la energía rusa continúa fluyendo hacia el bloque, lo que pone de manifiesto la complejidad de la situación actual.
Según la portavoz de la Comisión para la acción climática y la energía, Anna-Kaisa Itkonen, las importaciones de gas natural licuado (GNL) de Rusia han aumentado más de un 10% en términos anuales durante las primeras semanas de 2025. Este incremento se ha producido a pesar de la promesa de la UE de eliminar gradualmente su dependencia de la energía rusa.
Itkonen declaró en una rueda de prensa que “la energía rusa, particularmente el gas, sigue presente en la UE”. La Comisión tiene previsto presentar una hoja de ruta a finales de febrero o principios de marzo con el objetivo de poner fin a las importaciones de energía rusa de manera definitiva.
Aumento de las importaciones de GNL ruso
Un informe de Politico, basado en datos del proveedor de información sobre materias primas Kpler, indica que las importaciones de GNL ruso por parte de los Estados miembros de la UE alcanzaron un máximo histórico, con la compra de 837,300 toneladas métricas de este gas en los primeros 15 días del año. Este aumento se ha producido poco después de que Ucrania decidiera no prorrogar un contrato de tránsito de cinco años con Gazprom, lo que afectó a varios países europeos, incluidos Rumanía, Polonia, Hungría, Eslovaquia, Austria, Italia y Moldavia, que se vieron privados del gas natural ruso a través de gasoductos.
En el primer semestre de 2024, Rusia se posicionó como el segundo mayor proveedor de GNL para el continente europeo, solo por detrás de Estados Unidos. A pesar de las sanciones impuestas, que en junio de 2024 incluyeron la prohibición de operaciones de recarga y transferencias de barco a barco, algunos países europeos han continuado importando GNL ruso, ya que este combustible solo ha sido parcialmente afectado por las restricciones.
La pérdida de gas ruso podría acarrear un coste superior a 1 billón de euros para la UE, según Kirill Dmitriev, director ejecutivo del Fondo de Inversión Directa de Rusia. Este dato resalta la difícil situación en la que se encuentra la UE, que, a pesar de sus esfuerzos por diversificar sus fuentes de energía, sigue dependiendo en gran medida de las importaciones rusas.