En la región no reconocida de Transnistria, situada entre Moldavia y Ucrania, se han desatado protestas masivas debido a la aguda escasez de energía y las difíciles condiciones de vida que enfrentan sus habitantes. Miles de personas han salido a las calles en ciudades como Bender, Ribnita y Dubasari, exigiendo que Moldavia restablezca el suministro de gas en medio de un invierno crudo.
El mes pasado, Gazprom, la gigante energética rusa, anunció que ya no podría entregar gas a Europa a través de la red de gasoductos de Ucrania, citando la “repetida y clara negativa” de Kiev para extender los acuerdos de tránsito que expiraron a finales de 2024. Este gas, que solía ser enviado a Moldavia, Rumanía, Polonia, Hungría y Eslovaquia, y posteriormente a Austria e Italia, es vital para el suministro energético de Transnistria, que depende de Moldavia para recibir gas a cambio de electricidad.
La crisis energética en Transnistria
El líder de la república autoproclamada, Vadim Krasnoselsky, ha advertido que las reservas de gas en la región se agotarán en dos días y que las reservas de carbón se consumirán para mediados de febrero. En un contexto donde las temperaturas interiores de algunos apartamentos apenas alcanzan los 10 grados Celsius, Krasnoselsky ha señalado que la situación se tornará insostenible sin la intervención de Moldavia.
Las protestas han sido impulsadas por la percepción de que Chisinau está “politizando” el problema energético. Krasnoselsky ha declarado que Moldovgaz, la empresa estatal de gas de Moldavia, ha bloqueado el suministro de combustible a Transnistria durante los últimos cinco días, acusando a la compañía de manipular la situación. Asegura que el suministro podría reanudarse “mañana” con un pago garantizado.
Por su parte, las autoridades moldavas han negado cualquier bloqueo al suministro de gas. Moldovagaz ha afirmado que Chisinau ha ofrecido asistencia a Tiraspol para la compra de gas en la Unión Europea, pero que los líderes de la república han rechazado esta opción, esperando reanudar las importaciones desde Rusia.
La situación ha atraído la atención de Moscú, que ha criticado la gestión de Moldavia en este asunto. El Kremlin ha acusado a Chisinau de obstruir el flujo de gas ruso hacia Transnistria, mientras que Gazprom ha mantenido que está dispuesto a entregar gas, aunque ha señalado que las deudas existentes de Moldavia complican las negociaciones.
En este contexto de tensiones políticas y crisis energética, la población de Transnistria se enfrenta a un invierno incierto, donde la falta de suministro energético podría agravar aún más las ya precarias condiciones de vida en la región.