Investigación sobre la Lluvia en el Sahara: Más Allá de los Monzones
África es conocida por sus extensas tierras áridas que abarcan dos tercios del continente. En este contexto, la temporada de monzones, que se extiende desde junio hasta septiembre en el oeste de África y de marzo a mayo y de octubre a diciembre en el este, es crucial para reabastecer los recursos hídricos esenciales tanto para las comunidades como para la fauna salvaje.
Sin embargo, durante el Holoceno temprano a medio, se vivió un periodo de condiciones húmedas prolongadas en la región del desierto del Sahara, conocido como el Período Húmedo Africano. Un reciente estudio publicado en Earth and Planetary Science Letters ha reconstruido las mediciones históricas de lluvia (paleorainfall) para evaluar las causas de los eventos de precipitación extrema durante esta etapa clave en la historia de la Tierra, cuestionando si un fenómeno más allá de los monzones podría haber sido responsable.
El Dr. Hamish Couper, de la Universidad de Oxford, y sus colegas utilizaron datos de isótopos de oxígeno provenientes de estalagmitas al sur de las Montañas Atlas en Marruecos como archivos climáticos históricos. Estas formaciones subterráneas, compuestas de carbonato de calcio, se pueden datar con precisión y los datos isotópicos de las capas de crecimiento se vinculan a las fuentes de agua de lluvia.
Los isótopos de oxígeno del calcita alcanzaron su nivel más bajo (-11.5‰ δ18O) hace aproximadamente 7,000 años. Valores como este (cercanos a -13‰) se asocian típicamente con flujos tropicales, mientras que valores menos negativos de -7.2‰ corresponden a los monzones de la temporada húmeda y los valores menos negativos de -4.6‰ se relacionan con la temporada seca.
Los investigadores vinculan esta disminución a un aumento en la precipitación, sugiriendo que el δ18O bajo hace 7,000 años podría haber llevado a un incremento de 27 cm anuales de lluvia. Este patrón persistió desde hace 8,700 hasta 4,300 años, extendiéndose más allá del Período Húmedo Africano, que concluyó aproximadamente hace 5,000 años.
Asimismo, encontraron una divergencia temporal en el patrón de lluvia, con un incremento en la precipitación ocurriendo 2,000 años antes en el sur en comparación con el norte del Sahara, así como finalizando 700 años antes, lo que habría reducido la extensión del desierto. Debido a este desfase temporal y al significativo agotamiento del δ18O, los investigadores concluyen que debió haber una fuente de precipitación diferente a los monzones.
Por tanto, sugieren que un flujo tropical se generó a partir de una diferencia de temperatura entre los hemisferios norte y sur durante el Holoceno. Esto habría movido una banda de baja presión (la zona de convergencia intertropical) hacia el norte, aumentando la provisión de humedad a los subtrópicos.
Como resultado, podría haberse generado una banda de nubes de miles de kilómetros de largo y cientos de kilómetros de ancho, que liberó lluvia en periodos frecuentes de una a dos semanas. Tal fenómeno habría mejorado la habitabilidad de la región y cambiado las estructuras de vegetación. De hecho, el 80% de los datos de los sitios neolíticos estudiados, que muestran evidencia de comunidades locales establecidas para la agricultura, se sitúan dentro del pico de aumento de precipitaciones entre 8,700 y 4,300 años atrás.
Esta investigación tiene relevancia para los patrones climáticos actuales, ya que la lluvia inducida por flujos tropicales es una fuente de precipitación importante para los subtrópicos y se conoce que resulta en altas lluvias a lo largo de la costa oeste de África durante los meses de otoño. Aunque la lluvia intensa puede tener efectos severos, como inundaciones, en el Sahara representa un recurso hídrico vital que ayuda a sostener la población y los ecosistemas del continente.
Más información:
Hamish O. Couper et al, Evidence for the role of tropical plumes in driving mid-Holocene north-west Sahara rainfall, Earth and Planetary Science Letters (2025). DOI: 10.1016/j.epsl.2024.119195.