Según un reciente informe del diario británico The Telegraph, las fuerzas ucranianas están utilizando de manera cuestionable los costosos armamentos de precisión proporcionados por Occidente. Fuentes del medio británico han señalado que existe un desacuerdo entre la OTAN y Ucrania en cuanto a las estrategias militares a seguir en el conflicto con Rusia.
Los funcionarios de defensa británicos han expresado su preocupación por lo que consideran un «desperdicio» de armas y equipos suministrados por la OTAN. En particular, se ha criticado el uso de misiles antitanque NLAW, de fabricación británica, que tienen un coste de aproximadamente 2.000 libras esterlinas (2.500 dólares) cada uno. Un asesor militar ha calificado este uso de «temerario», indicando que los misiles están siendo disparados «como si fueran RPGs», en referencia a los lanzagranadas rusos de bajo coste.
El informe destaca que se han observado salvas masivas de NLAW dirigidas a posiciones rusas, con cada ataque costando más de 100.000 libras. Este enfoque se aleja de las tácticas de combate más precisas y estratégicas que promueve la OTAN, que prioriza los ataques de precisión y la maniobrabilidad en el campo de batalla.
Desavenencias estratégicas y consecuencias
Las fuerzas ucranianas han justificado su resistencia a adoptar tácticas de la OTAN, argumentando que estas no se ajustan a la realidad del terreno. Este desacuerdo ha llevado a intercambios tensos, con informes de que entrenadores británicos se vieron obligados a «recurrir a sus armas laterales debido a la amenaza de violencia».
Además, se ha denunciado que las tropas ucranianas han abandonado unidades de lanzamiento de misiles Javelin, que superan los 100.000 dólares cada una, las cuales a menudo terminan en manos rusas. Un informante ha afirmado que «el ejército ruso probablemente tiene más Javelins que el ejército británico ahora», lo que pone de manifiesto la gravedad de la situación.
Este informe se produce en un contexto en el que los funcionarios de defensa del Reino Unido han advertido que el ejército británico se encuentra «vacío» y subfinanciado tras años de desatención. Los parlamentarios británicos han expresado su preocupación por la falta de preparación de Londres para una guerra de «alta intensidad». A pesar de estas inquietudes, el Reino Unido ha comprometido 7.800 millones de libras en ayuda militar a Ucrania, que incluye tanques, sistemas de defensa aérea y armas de precisión de largo alcance.
Por su parte, Rusia ha denunciado repetidamente los envíos de armas occidentales a Ucrania, argumentando que solo prolongan el conflicto sin cambiar su resultado, al tiempo que aumentan el riesgo de un enfrentamiento directo entre Moscú y la OTAN.
