
El cáncer y las dificultades económicas: cómo encontrar ayuda en momentos difíciles
Las enfermedades graves, como el cáncer, generan preocupaciones no solo por la salud, sino también por la situación financiera de quienes las padecen. En muchas ocasiones, la incapacidad laboral y los gastos adicionales derivados de la enfermedad pueden llevar a situaciones de dificultad económica. Según Marie Rösler, de la Deutsche Krebsgesellschaft, al menos una de cada cinco personas afectadas no logra reincorporarse al mercado laboral, lo que puede desencadenar problemas de sobreendeudamiento y una disminución en la calidad de vida.
Estar enfermo durante mucho tiempo implica no solo una reducción de los ingresos, sino también la aparición de costos adicionales, como los copagos por medicamentos. Además, los traslados en taxi para recibir tratamiento o la contratación de ayuda doméstica pueden suponer un desembolso extra. La cantidad a pagar depende de los ingresos brutos anuales del hogar, estableciéndose un límite de carga individual del dos por ciento, que los pacientes deben asumir. Después de un año, este porcentaje puede reducirse al uno por ciento si se presenta la solicitud correspondiente ante la aseguradora de salud.
En caso de ser diagnosticado con una enfermedad grave siendo joven, e incluso con un pronóstico de vida reducido, ¿qué opciones existen? La prestación por incapacidad laboral y el subsidio por enfermedad son mecanismos que pueden garantizar la subsistencia durante un período determinado. Si la incapacidad laboral persiste más allá de esos plazos, es posible solicitar una pensión por incapacidad laboral.
El subsidio por enfermedad se otorga a los trabajadores asalariados que están de baja por enfermedad durante más de seis semanas. La aseguradora de salud paga el 70 por ciento del salario bruto regular, con un límite de 5.512,50 euros. Aquellos cuyo salario supere este límite recibirán como máximo el 90 por ciento de su salario neto anterior.
Para aquellos que no pueden trabajar más de tres horas al día debido a su enfermedad, tienen derecho a la pensión completa por incapacidad laboral. Los que pueden trabajar entre tres y seis horas al día pueden optar por una pensión parcial. La pensión por incapacidad laboral es otorgada por la seguridad social y no tiene por qué ser permanente. Como puente entre el subsidio por enfermedad y la pensión por incapacidad laboral, se recomienda solicitar el subsidio por desempleo.
La reintegración laboral es una posibilidad para quienes han estado enfermos durante más de seis semanas. Durante la reintegración, que incluye gradualidad en el regreso al trabajo, horarios flexibles o reducción de la jornada laboral, los pacientes siguen recibiendo su salario, lo que hace que los empleadores opten por esta opción. Para facilitar la reincorporación, es importante mantener el contacto con el lugar de trabajo, según destaca Marie Rösler.
En momentos difíciles, es fundamental contar con el apoyo adecuado. Existen numerosas instituciones que brindan asesoramiento a personas gravemente enfermas y crónicamente enfermas para facilitar su regreso al mundo laboral. Estos asesores ayudan tanto en la gestión de la crisis como en el laberinto legal, y sobre todo, ofrecen un apoyo emocional crucial para que las personas no se sientan solas con sus cargas y problemas.
En última instancia, es fundamental recordar que, ante situaciones de enfermedad grave, la solidaridad y el acompañamiento son clave para superar los desafíos financieros y emocionales que conlleva la enfermedad.