
En los últimos días, las noticias sobre el asteroide 2024 YR4 han generado una gran expectación a nivel mundial. En particular, el 18 de febrero, se comunicó que la probabilidad de que este asteroide impactara la Tierra alcanzó un máximo del 3,1%. Aunque esta cifra ha disminuido a casi cero, el incidente ha servido como un recordatorio palpable del riesgo que representan los impactos de asteroides para la vida en nuestro planeta.
La amenaza de los asteroides
El sistema solar alberga una cantidad inconmensurable de asteroides y cometas, muchos de los cuales se formaron hace aproximadamente 4.500 millones de años. Hasta la fecha, se han identificado alrededor de 200 lugares en la Tierra donde estos objetos han causado cráteres de impacto. Sin embargo, la mayoría de estos cráteres han sido borrados por procesos geológicos como la tectónica de placas, las erupciones volcánicas y la erosión.
En contraste, la Luna, que no tiene una atmósfera que borre estos eventos, presenta un registro mucho más completo de impactos. Se estima que posee 1,3 millones de cráteres de más de un kilómetro de diámetro, lo que sugiere que la Tierra ha experimentado un número significativamente mayor de impactos a lo largo de su historia.
El asteroide 2024 YR4, descubierto el 27 de diciembre de 2024 por la estación chilena del Sistema de Alerta de Impactos de Asteroides (ATLAS), fue clasificado como un objeto cercano a la Tierra. A medida que se realizaron más observaciones, los astrónomos pudieron calcular con mayor precisión su órbita, lo que llevó a una serie de reacciones a nivel internacional cuando la probabilidad de impacto superó el 1% en enero.
La comunidad científica se unió para monitorizar este asteroide, y el 18 de febrero, tanto la NASA como la Agencia Espacial Europea confirmaron la probabilidad de impacto del 3,1%, una cifra alarmante comparada con el riesgo de morir en un accidente de tráfico en Estados Unidos, que es de aproximadamente el 1%.
Las estimaciones iniciales de impacto provocaron un gran revuelo, ya que en caso de colisión, el asteroide podría ser un «asesino de ciudades». Se estima que su energía de impacto podría equivaler a la explosión de nueve millones de toneladas de TNT, un poder destructivo mucho mayor que el de la bomba atómica lanzada en Hiroshima, que fue de 0,015 megatones.
Sin embargo, las últimas proyecciones han reducido la probabilidad de impacto a casi cero, gracias a cálculos orbitales más precisos. Este alivio, aunque temporal, subraya la importancia de la cooperación internacional en la detección y seguimiento de asteroides potencialmente peligrosos.
La buena noticia es que, según estimaciones, los impactos de asteroides de este tamaño ocurren una vez cada 10,000 años, mientras que aquellos de 40 metros se producen una vez cada 1,000 años. Aunque estos números son aproximados y no permiten predecir cuándo será el próximo evento, la creciente capacidad de detección es un avance significativo.
A medida que la ciencia avanza, también lo hace nuestra capacidad para responder a estas amenazas. La misión DART de la NASA, lanzada en septiembre de 2022, demostró que es posible desviar un asteroide de su trayectoria, una hazaña que hasta hace poco solo se había imaginado en la ficción cinematográfica.