
En un contexto donde los fraudes financieros proliferan, la Comisión Federal de Comercio de EE.UU. (FTC) ha publicado datos alarmantes que revelan que los consumidores perdieron 5.700 millones de dólares en estafas de inversión durante el año 2024. Esta cifra representa un aumento del 24% respecto al año anterior, convirtiéndose en el tipo de fraude más común y perjudicial para los ciudadanos.
Las estafas de inversión, caracterizadas por promesas de retornos elevados a través de esquemas financieros atractivos, han afectado a un notable porcentaje de la población. Según la FTC, el 79% de las personas que denunciaron haber sido víctimas de estas estafas perdió dinero, con una pérdida promedio superior a los 9.000 dólares. Se estima que la magnitud real del fraude podría ser mucho mayor, dado que muchas víctimas no se atreven a reportar sus experiencias.
Los peligros del fraude moderno
Entre las estafas más comunes se encuentran los fraudes conocidos como «pig-butchering», que hacen referencia a la práctica de engordar a un cerdo antes de sacrificarlo. Los delincuentes suelen establecer contacto con las víctimas de manera inesperada, utilizando plataformas como redes sociales o aplicaciones de citas, con el objetivo de generar confianza antes de presentar una oportunidad de inversión que promete altos rendimientos, a menudo en activos virtuales como las criptomonedas.
Una de las razones por las que estos fraudes se han vuelto más comunes es la facilidad que ofrece la tecnología moderna. La inteligencia artificial ha permitido a los criminales crear materiales más convincentes, como los deepfakes, que son videos o imágenes manipuladas que pueden hacer que las personas parezcan decir o hacer cosas que nunca ocurrieron. Además, redes delictivas organizadas han establecido centros de operaciones en países del sudeste asiático, donde miles de individuos, a menudo víctimas de tráfico humano, son forzados a llevar a cabo estas estafas a nivel global.
El uso de criptomonedas en estas operaciones delictivas ha facilitado el movimiento de grandes sumas de dinero de manera rápida y casi indetectable, lo que agrava aún más la situación. Investigadores de la Universidad de Texas en Austin han destacado cómo estas prácticas delictivas se han adaptado a las nuevas tecnologías, complicando los esfuerzos para combatir este tipo de fraude.
Para reducir el riesgo de convertirse en víctima de estas estafas, se recomienda a los consumidores estar alerta ante ciertas características comunes en las propuestas fraudulentas. La urgencia es una táctica frecuente; los estafadores a menudo presionan a las víctimas para que actúen rápidamente, bajo amenazas o promesas engañosas. También es común que exijan métodos de pago inusuales, como el uso exclusivo de criptomonedas o transferencias a través de servicios como MoneyGram. Finalmente, intentan aislar a las víctimas, disuadiéndolas de contar a otros lo que está sucediendo, a menudo con amenazas veladas sobre las consecuencias que podrían enfrentar si lo hacen.