

El tabaco es responsable de la muerte de 8 millones de personas en todo el mundo cada año. Sin embargo, su potencial como fuente de medicamentos está comenzando a ser explorado. Aunque el tabaco ha sido utilizado como medicina herbal en el pasado, los avances en ingeniería genética podrían convertirlo en un pilar de la producción farmacéutica, no solo en la Tierra, sino también en futuras misiones espaciales.
Desde su llegada a Europa en el siglo XVI, el tabaco fue considerado una panacea, utilizado para tratar una variedad de dolencias. Sin embargo, también se observó muy pronto su naturaleza perjudicial. A pesar de ello, muchos de los medicamentos modernos se derivan de plantas, lo que abre la puerta a la posibilidad de que el tabaco pueda ser cultivado para producir medicamentos más complejos, como insulina o vacunas, a través de tecnologías de ingeniería genética.
Los medicamentos complejos requieren de tecnología recombinante, donde se combina el material genético necesario para producir fármacos con las células de un organismo. Este proceso, aunque efectivo, es extremadamente costoso, situándose en torno a los 2.000 millones de dólares, lo que limita el acceso a estos tratamientos en países de bajos ingresos. Aquí es donde el tabaco podría marcar la diferencia.
Potencial del Tabaco en la Producción Farmacéutica
El tabaco, al ser un cultivo no alimentario de gran producción, es altamente susceptible a la modificación genética. Su capacidad para crecer en diversas condiciones y su alto rendimiento en biomasa lo convierten en un candidato ideal para la producción de proteínas, tanto propias como las que se introducen genéticamente. Esto permite que el tabaco sea utilizado en una variedad de aplicaciones médicas, desde vacunas hasta inmunoterapias para enfermedades como el VIH y el ébola.
Un ejemplo notable es el de la empresa canadiense Medicago, que en 2012 utilizó tabaco para producir más de 10 millones de dosis de la vacuna contra la gripe en un solo mes. Este hecho subraya el potencial del tabaco en situaciones de emergencia sanitaria, especialmente en países que ya cultivan esta planta y que enfrentan desafíos significativos de salud pública.
Además, la ingeniería del tabaco podría facilitar la producción de tratamientos contra el cáncer, que son costosos, ofreciendo una vía para hacerlos más accesibles. A medida que la popularidad del tabaco como producto de consumo disminuye, podría ser posible reconvertir estos cultivos en fuentes de ingresos sostenibles para los agricultores, evitando así la pérdida de sus medios de vida.
Más allá de la Tierra, el tabaco podría tener un papel crucial en futuras colonizaciones de otros planetas. Su cultivo en Marte, por ejemplo, podría simplificarse al requerir solamente semillas y un entorno adecuado para crecer, en lugar de bioreactores complejos y costosos para producir medicamentos. Esto no solo facilitaría la logística de las misiones espaciales, sino que también presentaría un modelo sostenible para la producción de medicamentos en el espacio.
En un contexto donde muchas plantas de las que actualmente extraemos medicamentos están en peligro de extinción, la ingeniería del tabaco podría representar una solución viable y sostenible. Este enfoque no solo podría contribuir a la conservación de la biodiversidad, sino también a la producción de fármacos y especias a un coste reducido, abriendo nuevas oportunidades en el ámbito farmacéutico y agroindustrial.