
El documental No Other Land, que explora el conflicto israelo-palestino a través de una amistad intercultural, se estrenó en Estados Unidos en febrero sin un distribuidor nacional. A pesar de haber ganado el Oscar al Mejor Documental en marzo, la situación no ha cambiado, lo que ha llevado a que los cineastas se vean obligados a auto-distribuir la película. Tras su victoria en los premios Oscar, el filme ha generado controversia y ha enfrentado dificultades de exhibición, como un intento de desalojo por parte del alcalde de Miami Beach, Steven Meiner.
Meiner, quien es judío, propuso rescindir el contrato de arrendamiento con O Cinema, un cine de Miami Beach donde se proyectó No Other Land. En una carta a los ciudadanos, el alcalde calificó la película como «una falsa y unilateral propaganda contra el pueblo judío». Este intento de desalojo surgió tras la proyección del documental, que muestra la destrucción de hogares y aldeas en la región de Masafer Yatta a manos de las fuerzas militares israelíes, y se centra en las experiencias de los cineastas israelíes y palestinos involucrados en su producción.
Los cineastas, incluidos el periodista israelí Yuval Abraham y el activista palestino Basel Adra, han manifestado que su objetivo es visibilizar las injusticias que enfrenta el pueblo palestino. Adra, durante su discurso de aceptación del Oscar, hizo un llamado a la comunidad internacional para que actúe contra lo que él describió como «limpieza étnica» del pueblo palestino, reflejando así la urgencia y la gravedad de la situación que retrata la película.
A medida que la película ha ido ganando notoriedad, los cineastas han trabajado con las empresas Tuckman Media y Cinetic Media para expandir la proyección de No Other Land a más de 120 pantallas en Estados Unidos, a pesar de la falta de distribuidor. Esto contrasta con la situación en otros países, donde el documental ya había conseguido distribuidoras antes de su victoria en los Oscar.
La controversia en torno a la película ha tenido repercusiones en la comunidad local. Después de que O Cinema proyectara el documental, varios representantes de la comunidad, así como organizaciones de derechos civiles, expresaron su preocupación por la propuesta del alcalde, argumentando que su acción va en contra de la libertad de expresión y del derecho de los artistas a contar sus historias. En respuesta a la presión pública, Meiner finalmente retiró su propuesta de desalojo, aunque intentó introducir medidas que exigían que el cine proyectara películas que reflejaran la perspectiva del pueblo judío y del Estado de Israel.
El cineasta Yuval Abraham criticó la postura del alcalde, afirmando que utilizar el término antisemitismo para silenciar a aquellos que luchan contra la ocupación y el apartheid es una forma de vaciar de significado ese término. Esta situación ha puesto de manifiesto el tenso debate sobre la libertad de expresión en el contexto de un conflicto profundamente arraigado y polarizado como es el israelo-palestino.
La comunidad internacional de cineastas ha respaldado a O Cinema, firmando una carta abierta que defiende la libertad de expresión y el acceso a una variedad de perspectivas cinematográficas. La carta, que recogió más de 750 firmas, denunciaba el intento del alcalde como un ataque a la creatividad y la diversidad cultural, subrayando la importancia de que los ciudadanos tengan acceso a una amplia gama de películas.
El debate en torno a No Other Land continúa generando reacciones apasionadas, con proyecciones que se agotan rápidamente y un claro interés por parte del público en conocer las múltiples facetas de un conflicto que ha marcado la historia reciente de la región.