
Las manifestaciones en Turquía han continuado durante cuatro noches consecutivas, con miles de personas congregándose en diversas ciudades del país para exigir la liberación del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu. Este político, miembro destacado del Partido Republicano del Pueblo (CHP) y considerado uno de los principales rivales del presidente Recep Tayyip Erdogan, fue arrestado el pasado miércoles bajo acusaciones de corrupción y vínculos con el terrorismo.
Imamoglu, quien se postuló como candidato a la vicepresidencia en las elecciones de 2023, fue detenido en el marco de una investigación que incluye cargos de corrupción, soborno y fraude. Además, se le acusa de tener conexiones con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerado una organización terrorista en Turquía. Su arresto se produce en un momento crítico, ya que se esperaba que fuera nominado como candidato del CHP para las elecciones presidenciales de 2028.
Protestas y represión policial
Las manifestaciones han tenido lugar en varias ciudades, incluyendo Ankara, la capital, y Estambul, la más poblada del país. Durante las protestas, la policía ha utilizado cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, lo que ha resultado en enfrentamientos violentos. Según el ministro del Interior, Ali Yerlikaya, se han registrado 343 arrestos en diversas ciudades, incluyendo Izmir, Adana y Antalya.
Imamoglu ha denunciado que la persecución judicial en su contra es de carácter político. En declaraciones a la prensa, afirmó: “Este enfoque inmoral y tiránico será sin duda revertido por la voluntad y la resistencia de nuestro pueblo”, reflejando así su confianza en el apoyo popular frente a la represión gubernamental.
Por su parte, el presidente Erdogan ha condenado las protestas, advirtiendo que las autoridades no permitirán que “el terror y el vandalismo en las calles” interrumpan la paz en el país. También instó al líder del CHP, Ozgur Ozel, a actuar con responsabilidad y a no “provocar a los jóvenes”, en un intento de deslegitimar las movilizaciones y desviar la atención de las preocupaciones sobre la situación política y social en Turquía.
La detención de Imamoglu y las subsiguientes protestas han puesto de manifiesto la creciente tensión política en Turquía, donde la oposición enfrenta un entorno cada vez más hostil. La situación se desarrolla en un contexto de creciente descontento social y económico, lo que podría tener repercusiones significativas en el futuro político del país.