
Un nuevo estudio ha revelado que la devastadora inundación de 2023 en Derna, Libia, no fue simplemente el resultado de lluvias extremas, sino que se vio drásticamente intensificada por un grave defecto de diseño y el colapso de dos presas. A través de un modelado hidrológico avanzado y análisis de datos satelitales, los investigadores encontraron que, aunque la tormenta Daniel trajo precipitaciones abundantes, la catástrofe se debió principalmente a fallos en las presas y a una comunicación y evaluación de riesgos defectuosas, lo que amplificó la destrucción casi veinte veces.
Este estudio colaborativo, llevado a cabo por el Dr. Moshe Armon del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad Hebrea de Jerusalén, el Dr. Yuval Shmilovitz del Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales de la Universidad de Colorado Boulder y el Dr. Elad Dente de la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad de Haifa, fue publicado en la revista Science Advances. Las conclusiones subrayan la necesidad urgente de mejorar las estrategias de mitigación de inundaciones, especialmente en regiones áridas donde la incertidumbre en el análisis de riesgos, junto con una infraestructura vulnerable, representan una amenaza creciente.
Un desastre previsible
El análisis desafía la idea de que este desastre fue un evento natural inevitable, demostrando que una planificación de infraestructura deficiente jugó un papel crucial en la devastación. El estudio examina la combinación mortal de lluvias extremas de la tormenta Daniel, un ciclón tropical similar a los del Mediterráneo, y el fallo estructural de dos presas en el Wadi Derna. Los investigadores utilizaron una combinación de reanálisis atmosférico, datos satelitales y modelado hidrológico para reconstruir la secuencia de eventos que llevaron a la inundación y a la destrucción en la ciudad de Derna.
Los hallazgos revelan que, aunque la intensidad de las precipitaciones fue alta, no era un evento sin precedentes. De hecho, este tipo de tormentas se espera que ocurran en la región cada pocas décadas, lo que indica que esta inundación era previsible. Las simulaciones hidráulicas realizadas en el estudio muestran que, de no haberse construido las presas, el impacto de la inundación en la ciudad de Derna habría sido significativamente menor. La presencia de estas presas creó una falsa sensación de seguridad, lo que fomentó la construcción y la ocupación en áreas vulnerables.
Cuando las presas colapsaron, la oleada resultante causó una destrucción severa, arrasando vecindarios enteros y cobrando miles de vidas. Los autores del estudio enfatizan que el desastre en Derna no fue únicamente el resultado de un clima extremo, sino un fallo en la gestión del riesgo. «Si las presas se hubieran diseñado adecuadamente o si se hubiera utilizado y comunicado una estrategia diferente de prevención de inundaciones a la comunidad río abajo, esta tragedia podría haberse mitigado significativamente», afirman.
Este trabajo resalta la urgente necesidad de mejorar la evaluación de riesgos y las estrategias de mitigación de inundaciones, particularmente en regiones áridas donde las condiciones climáticas son especialmente variables y los eventos extremos superan ampliamente a los eventos comunes. Los investigadores advierten que la dependencia excesiva de la infraestructura de protección contra inundaciones, sin una adecuada comunicación del riesgo, puede llevar a fallos catastróficos. En su lugar, abogan por soluciones de prevención de inundaciones basadas en la naturaleza y sistemas de alerta temprana robustos para proteger mejor a las comunidades de desastres similares.
Esta investigación sirve como un recordatorio contundente de los problemas y desafíos que conlleva confiar en infraestructuras para prevenir desastres por inundaciones. Sin una gestión proactiva del riesgo, un mantenimiento adecuado y una comunicación transparente con el público, incluso las medidas de protección contra inundaciones bien intencionadas pueden convertirse en la causa misma de una tragedia.