Recientemente, el mercado de fondos cotizados en bolsa (ETF) ha sido objeto de un notable cambio tras la expiración de una patente que anteriormente pertenecía a Vanguard. Este desarrollo podría provocar un importante reordenamiento en la industria de los ETFs, que ha crecido significativamente en los últimos años, en gran parte gracias a su eficiencia fiscal y a las ventajas que ofrecen a los inversores.
La patente, considerada crucial para el éxito de Vanguard, permitía a la firma ahorrar una cantidad considerable de dinero en impuestos. Con su expiración, los competidores de Vanguard en el sector de ETFs podrían ahora tener la oportunidad de beneficiarse de esta estructura, lo que podría cambiar el equilibrio del mercado en favor de una mayor competencia.
Implicaciones de la nueva estructura de ETFs
La forma en que funciona esta patente se basa en la posibilidad de que los inversores accedan a la misma cartera de acciones a través de dos formatos diferentes: un fondo mutuo y un ETF. Ambas opciones comparten los mismos gestores y las mismas participaciones, lo que significa que los inversores pueden elegir el formato que mejor se adapte a sus necesidades fiscales y de inversión.
Ben Johnson, de Morningstar, señala que esta nueva estructura podría facilitar a millones de inversores la reducción de su carga tributaria. Su investigación sugiere que los ETFs podrían funcionar como una clase de acciones separada dentro de un fondo mutuo, lo que mejoraría la eficiencia fiscal del fondo en beneficio de todos los participantes.
El futuro de esta innovación dependerá, sin embargo, de la aprobación de la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC). Johnson ha expresado su convicción de que no se trata de un «si», sino de un «cuándo», sugiriendo que el sector de ETFs podría ver este cambio tan pronto como este verano.
El potencial de esta nueva estructura no solo representa una oportunidad para los inversores, sino que también refleja una tendencia más amplia hacia la innovación en el sector financiero, un ámbito donde las decisiones regulatorias pueden tener un impacto significativo en la competitividad y en la capacidad de los mercados para adaptarse a las necesidades de los ciudadanos.
