
Un equipo de investigadores de la Universidad de Tel Aviv ha propuesto una hipótesis innovadora sobre la participación de los niños en la creación de arte rupestre en cuevas prehistóricas, un tema que ha intrigado a la comunidad científica desde hace años. Este estudio, publicado en la revista Arts, plantea que los niños, a menudo considerados como meros aprendices en el contexto de la tradición cultural, desempeñaron un papel más profundo y espiritual en estos espacios sagrados.
Según los investigadores, entre los que se encuentran la Dra. Ella Assaf, la Dra. Yafit Kedar y el Prof. Ran Barkai, existe evidencia clara de la presencia de niños tan jóvenes como de dos años en muchos de estos sitios. Sin embargo, las teorías existentes se han centrado principalmente en el aspecto educativo, sugiriendo que su participación se debía a la transmisión de conocimientos y costumbres de la comunidad. Este nuevo enfoque, en cambio, sugiere que los niños eran vistos como mediadores con el más allá, dotados de cualidades especiales que les permitían comunicarse con entidades espirituales desde lo profundo de las cuevas.
El papel espiritual de los niños en la creación del arte rupestre
La Dra. Assaf señala que, hasta la fecha, se han descubierto alrededor de 400 cuevas con arte rupestre, principalmente en Francia y España, datando entre 40,000 y 12,000 años atrás. En estas cuevas, se han encontrado huellas y pinturas de manos realizadas por niños de entre dos y doce años, lo que plantea interrogantes sobre su inclusión en tan arduas y peligrosas expediciones.
El estudio propone que los niños no solo estaban allí para aprender, sino que cumplían un rol esencial dentro de su comunidad. Las tradiciones de muchas culturas indígenas a lo largo de la historia han considerado a los niños como «agentes activos», capaces de conectar el mundo físico con el espiritual. Este entendimiento se basa en la idea de que, debido a su inocencia y percepción única del mundo, los niños eran vistos como ideales intermediarios en rituales que buscaban la comunicación con entidades naturales y cósmicas.
El Prof. Barkai complementa esta visión al explicar que, en muchas sociedades, las cuevas eran consideradas puertas de acceso al inframundo, donde, a través de rituales chamánicos, se podía interactuar con seres cósmicos. En este contexto, los niños eran percibidos como seres liminales, capaces de trascender las barreras entre diferentes mundos y facilitar la transmisión de mensajes a entidades no humanas. Así, su participación en las pinturas y rituales se entendía como un aporte vital a la cohesión y espiritualidad de la comunidad.
La investigación también destaca la necesidad de integrar datos de diversos campos, desde la arqueología hasta los estudios sobre sociedades indígenas, para comprender mejor el papel de los niños en la creación de arte rupestre. Con ello, se abre una nueva perspectiva sobre la importancia cultural y espiritual que tenían los más jóvenes en la vida de sus comunidades, desafiando las nociones convencionales sobre la educación y el aprendizaje en la prehistoria.