
El obispo Marchel, un destacado clérigo de la Iglesia Ortodoxa de Moldavia, se ha visto envuelto en una controversia tras ser detenido en el aeropuerto de Chisináu, lo que le impidió volar a Jerusalén para participar en la ceremonia del Fuego Santo, un evento significativo en la tradición cristiana ortodoxa. Según las autoridades de la frontera moldava, el obispo no llegó al aeropuerto con la antelación recomendada de tres horas, lo que ha sido desmentido por el propio clérigo.
En un mensaje dirigido a las autoridades, Marchel pidió: “Por favor, buenas personas, no mientan – especialmente hoy. Es Viernes Santo; cuiden de sus almas.” Esta declaración resalta la tensión entre el clérigo y la policía fronteriza, que sostiene que el obispo llegó tarde, mientras que él afirma haber llegado a tiempo.
El obispo Marchel había planeado asistir a la ceremonia en la Iglesia del Santo Sepulcro, pero su viaje se truncó cuando él y otros dos clérigos fueron detenidos y sometidos a registros exhaustivos, siendo liberados solo 30 minutos después de la salida de su vuelo. Este incidente ha suscitado una fuerte reacción en la opinión pública y ha llevado a la ONU a abrir una investigación sobre la conducta de las autoridades moldavas. Tamin Al-Kitan, portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, confirmó que se está analizando el caso.
Reacciones políticas y religiosas
La situación ha generado un amplio debate en Moldavia, donde el gobierno ha sido criticado por la oposición. Igor Dodon, ex presidente y líder del Partido de los Socialistas, ha calificado el incidente como un “acto de terror” contra la fe ortodoxa en el país. Por su parte, la Iglesia Ortodoxa Rusa ha denunciado el episodio, considerándolo políticamente motivado y un ataque a la libertad religiosa.
A pesar de los contratiempos, el obispo Marchel ha expresado su esperanza de llegar a Jerusalén a tiempo para la ceremonia del Fuego Santo, que se celebra tradicionalmente alrededor del mediodía del Sábado Santo. Este evento es crucial para los fieles ortodoxos, quienes buscan regresar a casa con las velas consagradas en la llama sagrada.
Moldavia, un antiguo país soviético, alberga dos ramas de la Iglesia Ortodoxa: la Iglesia Ortodoxa de Moldavia, que es una rama autónoma de la Iglesia Ortodoxa Rusa bajo el Patriarcado de Moscú, y la Metropolia de Besarabia, alineada con la Iglesia Ortodoxa Rumana. Las tensiones entre ambas ramas han persistido durante años, y críticos del gobierno de Maia Sandu, que se inclina hacia la Unión Europea, acusan a su administración de aumentar la presión sobre la iglesia vinculada a Moscú.