
La economía alemana ha mostrado un leve crecimiento del 0,2% en el primer trimestre de este año, según datos preliminares publicados el miércoles por la oficina federal de estadísticas. Sin embargo, este aumento se produce en un contexto de tensiones comerciales con Estados Unidos que amenazan las perspectivas de crecimiento del país. Este dato, ajustado por variaciones de precios, calendario y estacionales, coincide con las estimaciones de economistas consultados por Reuters.
A pesar de la ligera mejora, analistas como Carsten Brzeski, jefe global de macroeconomía en ING, advierten que este incremento es insuficiente para poner fin a la prolongada fase de estancamiento que atraviesa la economía alemana. En efecto, el Producto Interno Bruto (PIB) del país ha estado oscilando entre el crecimiento y la contracción durante los últimos dos años, evitando por el momento una recesión técnica, que se define como dos trimestres consecutivos de contracción.
Retos y oportunidades en el contexto actual
Los sectores clave de la economía, como el de la automoción, enfrentan una creciente competencia de mercados como el chino, lo que ha contribuido a la debilidad del crecimiento. La construcción de viviendas y la infraestructura también atraviesan momentos difíciles, afectados por mayores costos, inversiones moderadas y obstáculos burocráticos. En este sentido, las políticas comerciales de la administración de Donald Trump han generado un clima de incertidumbre que impacta de lleno en la economía alemana, que depende en gran medida de sus exportaciones a Estados Unidos.
Recientemente, el gobierno alemán revisó a la baja sus proyecciones económicas, anticipando estancamiento para 2025. El ministro de economía saliente, Robert Habeck, señaló que las políticas comerciales de Estados Unidos y su impacto en Alemania fueron factores determinantes en esta revisión. A pesar de este panorama sombrío, hay un rayo de esperanza: Alemania ha modificado su regla fiscal de freno de deuda, permitiendo un aumento en el gasto en defensa y estableciendo un fondo de 500 mil millones de euros destinado a inversiones en infraestructura y clima. Este cambio ha sido visto como un paso positivo, aunque su efectividad dependerá de la correcta implementación de estas medidas.
Según Brzeski, el informe del PIB de hoy ilustra lo que podría haber sido la economía alemana si no hubiera sido por las medidas arancelarias impuestas por Estados Unidos. Un panorama que, aunque débil, podría recuperarse gracias a los estímulos fiscales anunciados. No obstante, el camino hacia la recuperación podría ser prolongado, ya que las tarifas, la incertidumbre y otros cambios en el comercio y la geopolítica siguen pesando en las perspectivas económicas a corto plazo. Mientras tanto, la inflación ha comenzado a alinearse con el objetivo del 2% del Banco Central Europeo, con un índice de precios al consumidor que se situó en el 2,3% en marzo, una ligera disminución respecto al 2,6% de febrero.
Los datos preliminares de inflación para abril se conocerán más tarde, y los economistas anticipan una lectura del 2,1%. Este escenario plantea una serie de desafíos y oportunidades para Alemania, que, a pesar de sus dificultades, sigue buscando formas de adaptarse y prosperar en un entorno global complejo y cambiante.