
La investigación reciente sobre un asteroide conocido como 2024 PT5 ha revelado que este pequeño cuerpo rocoso podría ser un fragmento de la Luna, expulsado durante un antiguo impacto. Este hallazgo lo convierte en el segundo ejemplar conocido de material lunar que orbita cerca de la Tierra. Los científicos sugieren que existe una población oculta de restos lunares que podrían estar viajando en nuestro vecindario cósmico.
Teddy Kareta, un científico planetario del Observatorio Lowell en Arizona, comentó durante la 56ª Conferencia Anual de Ciencias Lunares y Planetarias que la existencia de un segundo objeto de este tipo respalda la hipótesis de que hay más fragmentos lunares en las cercanías de nuestro planeta. La Tierra se desplaza a través de un cúmulo de escombros, que incluye tanto material creado por el ser humano, como satélites y desechos espaciales, como también restos rocosos de colisiones ocurridas en los inicios del sistema solar. Estos objetos cercanos a la Tierra (NEOs) son objeto de seguimiento para garantizar que no representen una amenaza.
Un nuevo enfoque en la investigación espacial
El asteroide 2024 PT5 fue identificado por astrónomos en Sudáfrica en agosto de 2024. Con una velocidad relativa de solo 4.5 mph (2 metros por segundo), se convirtió en un objetivo ideal para el proyecto Misión de Objetos Cercanos a la Tierra (MANOS). Tras su descubrimiento, se realizó un estudio que reveló que su composición era similar a la de las rocas traídas a la Tierra durante el programa Apollo y también a las recuperadas por la misión Luna 24 de la antigua Unión Soviética. Este análisis sugiere que 2024 PT5 podría haberse formado a partir de un impacto en la Luna, lo que podría permitir a los investigadores identificar su cráter de origen.
El interés por encontrar fragmentos lunares en el espacio ha crecido desde el descubrimiento del primer fragmento en 2021. Kareta y su equipo esperan que la identificación de más de un objeto lunar indique la existencia de una población mayor. La investigación continúa con el objetivo de vincular estos fragmentos a sus cráteres de origen, lo que podría ofrecer información valiosa sobre los procesos de impacto y la historia de nuestro satélite natural. Con la ayuda de telescopios como el Vera Rubin Observatory, que comenzará a operar próximamente, se espera descubrir más objetos de este tipo y ampliar nuestro entendimiento sobre la dinámica del sistema Tierra-Luna.