Los apodos son una característica habitual en la cultura laboral, desde «Kate la Grande» hasta «Neutron Jack». Sin embargo, surge la pregunta de si realmente tienen cabida en un entorno profesional. Un estudio reciente realizado por el profesor de marketing Ivey, Zhe Zhang, y Shuili Du de la Universidad de New Hampshire, publicado en la Harvard Business Review, profundiza en cómo estos apodos afectan las relaciones laborales y el bienestar de los empleados.
Zhang indica que, aunque la literatura existente sugiere que los apodos pueden servir como un vínculo emocional y mejorar las relaciones interpersonales, los contextos profesionales son diferentes. En el ámbito laboral, las relaciones suelen implicar desigualdades de poder. Para explorar esta dinámica, Zhang llevó a cabo una serie de experimentos con más de 1,100 adultos en EE. UU., en los que se simulaban escenarios laborales en los que se utilizaban apodos, tanto para jefes como para empleados.
Impacto de los apodos en la dinámica de poder
Los resultados de la investigación revelan que los apodos pueden influir notablemente en las dinámicas de poder dentro de la oficina. En primer lugar, cuando los gerentes otorgan apodos a sus empleados, estos sienten una disminución en su sensación de seguridad psicológica, poder y respeto en comparación con aquellos a quienes se les llama por su nombre formal. Esta situación puede interpretarse como un intento del jefe de ejercer control, asignando una nueva identidad sin consenso por parte del empleado.
En segundo lugar, cuando los empleados tienen la posibilidad de usar apodos para dirigirse a sus superiores, esto les otorga una sensación de empoderamiento. Zhang explica que este uso de apodos indica que la parte con más poder respeta y valora las voces de aquellos en una posición inferior, lo que a su vez fomenta un ambiente laboral más saludable y colaborativo.
Adicionalmente, el contexto organizacional también desempeña un papel crucial en cómo se perciben los apodos. En entornos laborales jerárquicos, los efectos de los apodos son más pronunciados, ya que los empleados en estas estructuras rígidas sienten un impacto mayor en sus dinámicas interpersonales que aquellos en organizaciones más horizontales y equitativas.
Consejos para gestionar los apodos en el trabajo
Con base en sus hallazgos, Zhang ofrece cuatro recomendaciones para líderes que navegan por el uso de apodos en el trabajo:
- Establecer directrices claras: Las organizaciones deberían definir expectativas respecto al uso de apodos en el lugar de trabajo para asegurar un ambiente respetuoso. Políticas y formaciones pueden ayudar a los empleados a gestionar estas dinámicas.
- Considerar la cultura de la empresa: En entornos laborales jerárquicos, los apodos pueden reforzar las desigualdades de poder. Los líderes deben ser conscientes de la estructura organizacional antes de fomentar o utilizar apodos.
- No asumir: Independientemente de la jerarquía, nunca se debe asumir que un empleado se siente cómodo con un apodo. Los errores pueden llevar a incomodidad, relaciones tensas e incluso problemas legales o de recursos humanos.
- Consultar siempre: La mejor estrategia es preguntar. Una consulta privada puede asegurar que los empleados se sientan respetados y cómodos con la forma en que se les dirige.
Si bien Zhang enfatiza que la aceptación de un apodo depende en última instancia del individuo, él mismo se siente a gusto con el apodo de «Profesor CMO», que le otorgan sus estudiantes en Ivey, y lo acepta con orgullo.
