
Desde la antigüedad, filósofos como Platón y Kant han reflexionado sobre el impacto que la belleza tiene en la experiencia humana y su capacidad para transformar nuestro estado mental. Un reciente estudio de la Universidad de Cambridge proporciona evidencia empírica sobre cómo la contemplación de objetos artísticos en galerías o museos puede potenciar nuestra capacidad de pensar de manera abstracta y considerar el «panorama general» de nuestras vidas.
Los investigadores sostienen que participar en experiencias estéticas ayuda a las personas a escapar de las «trampas mentales de la vida diaria», como la ansiedad y las listas de tareas pendientes, y fomenta lo que se conoce como «distanciamiento psicológico». Este proceso permite a los individuos ampliar su perspectiva sobre sus pensamientos, logrando una mayor claridad.
El estudio en Kettle’s Yard
Un equipo de psicólogos de Cambridge llevó a cabo un experimento en la galería de arte moderno Kettle’s Yard, que sirvió como un «laboratorio vivo». Compararon los efectos cognitivos de simplemente observar arte con los resultados de quienes se enfocaron en valorar su belleza. Los participantes que centraron su atención en la estética de los objetos de una exposición de cerámica mostraron una mayor propensión a experimentar estados psicológicos elevados que les permitieron pensar «más allá del aquí y el ahora». Estos individuos reportaron sentirse iluminados, conmovidos o transformados, en contraste con aquellos que solo se limitaron a observar los objetos para emparejarlos con una serie de dibujos lineales.
Los resultados del estudio han sido publicados en la revista Empirical Studies of the Arts, y representan uno de los primeros intentos de explorar cómo las experiencias estéticas en un museo pueden influir en el procesamiento cognitivo. Los investigadores destacan la importancia de la creación artística y la necesidad de proporcionar acceso a espacios artísticos en diversas comunidades.
La profesora Simone Schnall, autora principal del estudio y profesora de Psicología Social Experimental en Cambridge, afirma: «Nuestro estudio indica que involucrarse con la belleza del arte puede mejorar el pensamiento abstracto y promover un estado mental diferente a nuestros patrones cotidianos, llevándonos a una perspectiva más amplia».
Para el estudio, se reclutaron 187 personas que visitaron la galería Kettle’s Yard durante una exposición de objetos de arcilla hechos a mano por la artista Lucie Rie. Los participantes fueron divididos aleatoriamente en dos grupos: el ‘grupo de belleza’, que debía considerar y calificar la belleza de cada objeto, y el ‘grupo de control’, que simplemente emparejaba un dibujo lineal con la obra de arte.
Todos los participantes fueron sometidos a pruebas para evaluar cómo procesan la información, ya sea de manera práctica o abstracta. Por ejemplo, se les preguntó si «escribir una carta» significa literalmente poner el bolígrafo sobre el papel o compartir pensamientos, si «votar» se refiere a marcar una boleta o influir en una elección, y si «cerrar una puerta» implica insertar una llave o asegurar una casa. Aquellos en el grupo de belleza obtuvieron un promedio casi 14% más alto en pensamiento abstracto en comparación con el grupo de control.
Además, se midieron los estados emocionales de los participantes preguntándoles sobre sus sentimientos durante la tarea en la galería. Aquellos en el grupo de belleza reportaron un promedio de 23% más de «sentimientos transformadores y de autotranscendencia», como sentirse conmovidos, iluminados e inspirados, en comparación con el grupo de control.
El estudio también sugiere que la apreciación de la belleza puede ayudar a las personas a desentenderse de sus preocupaciones inmediatas y adoptar una perspectiva más amplia y abstracta. Sin embargo, es importante señalar que el grupo de belleza no reportó sentirse más feliz que el grupo de control, lo que indica que la implicación con la belleza fue lo que influyó en el pensamiento abstracto, y no un aumento general en la positividad de la experiencia.
Este estudio forma parte de un proyecto más amplio liderado por Schnall que investiga los efectos de las experiencias estéticas sobre la cognición y busca determinar si el arte puede contribuir al florecimiento humano y a valores positivos. En un mundo donde la conexión con dispositivos digitales es cada vez más dominante, se hace más necesario zonificar la mente y dejar que divague, ya que es en esos momentos cuando se piensa de maneras que amplían nuestros horizontes. Admirar la belleza del arte podría ser la forma ideal de activar esos procesos cognitivos abstractos que se están perdiendo.