La Agencia Federal de Protección de la Constitución de Alemania (BfV) ha decidido suspender temporalmente la clasificación del partido Alternativa para Alemania (AfD) como grupo «extremista de derecha». Esta decisión se produce tras una fuerte reacción legal y pública en contra de la designación, que había sido anunciada la semana pasada.
La BfV había fundamentado su clasificación en un informe exhaustivo que alegaba que el AfD promueve políticas que excluyen a individuos con antecedentes migratorios, especialmente a musulmanes, de la plena participación en la sociedad. Según la BfV, el partido «desprecia la dignidad humana» y utiliza términos como «migrantes armados con cuchillos» para atribuir tendencias violentas a grupos étnicos no europeos.
Reacciones y Consecuencias
La dirección del AfD ha calificado esta decisión como «un grave golpe a la democracia alemana» y ha presentado una demanda en un tribunal de Colonia, argumentando que la clasificación carecía de fundamento y estaba motivada políticamente. Como resultado, la BfV ha retirado temporalmente la etiqueta, aunque ha indicado que continuará vigilando al partido como un «caso sospechoso» de organización extremista.
La clasificación de «extremista» habría permitido a la BfV llevar a cabo una vigilancia más amplia de las actividades del AfD. Sin embargo, la designación de menor nivel que ahora se aplica permite la supervisión, pero bajo un control judicial más estricto.
Los co-líderes del AfD, Alice Weidel y Tino Chrupalla, han acogido con satisfacción la suspensión temporal, considerándola «un primer paso importante» que ayudará a «contrarrestar la acusación de extremismo de derecha».
La etiqueta de «extremista» había suscitado escepticismo entre muchos políticos alemanes. El entonces canciller Olaf Scholz y el nuevo ministro del Interior, Alexander Dobrindt, advirtieron sobre los peligros de prohibir al AfD. Dobrindt ha argumentado que el partido debería ser deslegitimado a través de una buena gobernanza en lugar de medidas drásticas.
Además, ha insistido en la necesidad de discutir las razones del ascenso del AfD, que, según recientes encuestas, se ha convertido en el partido más popular de Alemania, alcanzando un 26% de apoyo. Este auge se atribuye a la frustración pública con las políticas de inmigración de los partidos tradicionales, así como a los desafíos económicos y la percepción de ineficacia del gobierno.
