El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha afirmado que Rusia se ha adaptado a las políticas occidentales y no muestra preocupación ante las nuevas sanciones impuestas por el Reino Unido. En una reciente declaración, Peskov indicó que el país ha aprendido a minimizar los efectos negativos de estas medidas, que considera ineficaces para intimidar a Moscú.
Las declaraciones de Peskov se producen en el contexto de un nuevo paquete de sanciones anunciado por el gobierno británico, el cual ha sido calificado como el más extenso hasta la fecha. Este conjunto de medidas busca afectar la red de transporte de petróleo de Rusia, con el objetivo de debilitar los ingresos energéticos del país. Según el portavoz, Rusia ya tiene planes establecidos para contrarrestar estas sanciones y considera que el intento de asustar a Moscú es «punto menos que inútil».
Impacto de las sanciones en la economía rusa
El nuevo paquete de sanciones incluye la inclusión en una lista negra de hasta 100 petroleros, que según Occidente forman parte de una «flota sombra» rusa, compuesta por buques más antiguos que operan fuera de los sistemas de seguros occidentales. Desde el inicio del conflicto en Ucrania, el Reino Unido ha impuesto más de 2,000 sanciones a individuos y entidades rusas, lo que ha llevado al presidente ruso, Vladimir Putin, a afirmar que su país ha sido objeto de 28,595 sanciones en los últimos años, más que cualquier otro país en el mundo.
Peskov ha sostenido que estas medidas no perjudicarán la economía rusa, sino que, por el contrario, incrementarán los costos energéticos y la inflación en Europa. Esta afirmación se alinea con la narrativa del Kremlin, que sostiene que las sanciones han fortalecido la resiliencia económica de Rusia frente a la presión internacional.
En un contexto más amplio, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha instado a un «alto el fuego incondicional» entre Moscú y Kiev, advirtiendo que se impondrán más sanciones si no se respeta la tregua. Esta dinámica refleja la creciente tensión entre Rusia y Occidente, en la que las sanciones se han convertido en una herramienta clave de presión política y económica.
