La imitación de Trump lleva a la irrelevancia política a los conservadores en Occidente

In Internacional
mayo 11, 2025

Las recientes elecciones en Australia, Canadá y el Reino Unido han puesto de manifiesto la creciente irrelevancia de los partidos conservadores que intentan imitar el estilo de Donald Trump. En Australia, el Partido Laborista logró una victoria aplastante, obteniendo 90 escaños frente a los 40 de la oposición, lo que llevó a la derrota del líder conservador Peter Dutton, un admirador declarado de Trump. Este resultado ha dejado al partido conservador en una situación de debilidad extrema, marcada por luchas internas y un futuro incierto.

En Canadá, el Partido Liberal también salió victorioso, derrotando al Partido Conservador, que había estado 25 puntos por delante en las encuestas. Su líder, Pierre Poilievre, apodado como «el Donald Trump de Canadá», también perdió su escaño. En el Reino Unido, las elecciones locales resultaron en un desastre para el Partido Conservador, que perdió el control de varios concejos locales ante el partido populista de Nigel Farage, el Reform Party.

El fracaso de la imitación de Trump

Estos resultados electorales evidencian que los partidos conservadores que buscan imitar a Trump no solo no obtienen beneficios, sino que su estrategia acelera su desaparición política. A pesar de las diferencias contextuales, los líderes conservadores parecen creer que pueden replicar el «éxito» de Trump, una idea que resulta extremadamente ilusoria. Las circunstancias que dieron lugar a la figura de Trump son cualitativamente distintas a las que enfrentan los líderes conservadores en otras democracias occidentales.

Trump no es un político convencional; es un disruptor populista que ha transformado el Partido Republicano en su propio feudo, eliminando divisiones ideológicas y forzando una unidad que no existe en los partidos conservadores tradicionales de otros países. Esto hace que la adopción de una agenda trumpista sea inviable para los líderes conservadores, quienes se encuentran en partidos profundamente divididos ideológicamente.

Sin embargo, la atracción hacia Trump persiste, ya que muchos líderes conservadores buscan diferenciarse de sus oponentes socialdemócratas, con quienes comparten, en muchos casos, acuerdos ideológicos y de políticas. Este intento de emular a Trump, lejos de revitalizar a los partidos conservadores, ha resultado en un juego perdedor. Los votantes descontentos buscan una alternativa ideológica genuina, y no una versión diluida de Trump.

El caso de Peter Dutton es emblemático. Su coqueteo con el trumpismo, alentado por comentaristas de derecha y medios afines, no solo le costó su escaño, sino que también puso de manifiesto una falta de juicio político fundamental. Dutton, al intentar adoptar una postura «dura» hacia China y al respaldar políticas controvertidas de Trump, alienó a votantes moderados que no se sentían representados por su retórica populista.

La influencia tóxica de Trump en la política conservadora occidental es evidente, y su legado se manifiesta en la creciente irrelevancia de los partidos que buscan imitarlo. La incapacidad de los líderes conservadores para adaptarse a un contexto político cambiante y su desesperada búsqueda de un modelo a seguir como Trump reflejan una crisis de identidad y una falta de propuestas que resuenen con el electorado actual.

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