
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha reactivado una política controvertida que busca reducir los costos de los medicamentos en el país, vinculando los precios de algunos fármacos a los precios significativamente más bajos que se encuentran en el extranjero. Esta medida, conocida como la política de «nación más favorecida», fue firmada mediante una orden ejecutiva que incluye diversas acciones destinadas a renovar este esfuerzo.
Trump no especificó los países que serán objeto de estas medidas, pero dejó entrever que se enfocará en otras naciones desarrolladas, señalando que «hay algunos países que necesitan un poco de ayuda adicional, y eso está bien». Durante un evento de prensa, Trump afirmó que el objetivo es «igualar» los precios, asegurando que «vamos a pagar el precio más bajo que existe en el mundo».
Detalles de la Orden Ejecutiva
Parte de la orden se dirige a naciones que tienen mayor capacidad para negociar precios bajos con las compañías farmacéuticas. Según Trump, «a partir de hoy, Estados Unidos ya no subsidiará la atención médica de países extranjeros», una afirmación que refleja una postura de defensa de la industria nacional frente a las presiones internacionales.
La orden también instruye a la Oficina del Representante Comercial de EE.UU. y al Departamento de Comercio a tomar medidas enérgicas contra las políticas «irrazonables y discriminatorias» en el extranjero que «suprimen» los precios de los medicamentos. Esta estrategia se basa en la idea de que muchos países, al ofrecer cobertura sanitaria universal, tienen un poder de negociación que les permite imponer precios más bajos, algo que ha sido objeto de críticas en la administración estadounidense.
Los funcionarios de la Casa Blanca esperan que los fabricantes de medicamentos ofrezcan descuentos en general para «reciprocitar» las acciones que la administración Trump está tomando respecto a los precios en el extranjero. Esta medida también incluye la creación de un canal para que los pacientes estadounidenses compren sus medicamentos directamente de los fabricantes a precios de «nación más favorecida», eliminando intermediarios, lo que podría representar un cambio significativo en la forma en que los ciudadanos acceden a los medicamentos.
A pesar de que la industria farmacéutica ha expresado su preocupación por las posibles repercusiones de esta política, la administración defiende que las empresas seguirán obteniendo beneficios si entienden que «Estados Unidos, por sí solo, no va a pagar por la innovación» y que deben aumentar los precios en otros mercados para compensar sus ingresos.
Este enfoque se suma a los esfuerzos previos de Trump para contener los precios de los medicamentos, que son notablemente más altos en EE.UU. en comparación con otros países desarrollados. Sin embargo, expertos en políticas de salud han cuestionado la eficacia de esta estrategia, sugiriendo que podría no provocar una reducción significativa en los costos para los pacientes, dado que la mayor parte de las ganancias de la industria farmacéutica provienen del mercado estadounidense.
En este contexto, se debe considerar que la relación entre el gobierno y la industria farmacéutica es compleja y que las medidas que se tomen en un país pueden repercutir en la dinámica del mercado global. La política de Trump, aunque enmarcada en un discurso de defensa de los consumidores, también refleja una estrategia más amplia de reestructuración de la economía nacional frente a la competencia internacional.