
Las mejillas de agua dulce han sido reconocidas históricamente como los limpiadores industriosos de lagos y ríos, ya que filtran pequeñas algas del agua, contribuyendo a su claridad. Sin embargo, su imagen ha sufrido un golpe considerable con la introducción de especies invasoras como la mejilla quagga. Este molusco, de voraz apetito, ha empezado a establecerse en nuevos hábitats, privando a los peces de fuentes de alimento esenciales, como el plancton, en cuerpos de agua como el Lago de Constanza.
La situación se complicó aún más tras el desastre ocurrido en el río Óder en 2022, donde toneladas de mejillas murieron debido a la toxicidad generada por las algas de agua salobre Prymnesium parvum. A día de hoy, las conchas vacías de mejillas aún decoran las orillas del río, evidenciando la magnitud de la catástrofe. Según los investigadores del Instituto de Investigación del Agua de Berlín (IGB), alrededor del 63% de las mejillas de los géneros Anodonta y Unio fueron diezmadas durante este evento.
La difícil recuperación de las mejillas en ecosistemas de agua dulce
El Dr. Christian Wolter, quien investiga la recuperación de las poblaciones de peces en el Óder, comenta que, aunque los stocks de peces están recuperándose más rápidamente que los de mejillas y caracoles—debido a su movilidad—la situación general para las mejillas en los ríos es crítica. Las prácticas de dragado y otras técnicas de gestión acuática han reducido drásticamente las poblaciones de mejillas. Estas son arrastradas junto con el material dragado, mientras que la ingeniería hidráulica aumenta el transporte de sedimentos, un factor que afecta negativamente a las mejillas.
A pesar de que muchas especies de mejillas de río están protegidas por la Orden Federal de Protección de Especies, su hábitat no siempre recibe la atención que merece. La falta de un lobby que defienda sus intereses es evidente, lo que pone en riesgo su futura existencia.
Las mejillas son especies fascinantes y, a menudo, pasan desapercibidas. Algunas, como las chícharos de agua dulce (Pisidium), alcanzan un tamaño adulto de solo 3 milímetros. La mejilla de perla de agua dulce (Margaritifera margaritifera), que puede vivir hasta 280 años y producir perlas, es un ejemplo notable. Sin embargo, su dependencia de especies de peces como la trucha marrón para reproducirse la ha llevado a un estado crítico, con un declive de más del 90% en su población en los últimos 90 años, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
El Dr. Sabine Hilt, especializado en las interacciones entre algas, plantas acuáticas y organismos en lagos, resalta la importancia de las mejillas en la calidad del agua. Al filtrar algas del agua y liberar nutrientes, contribuyen a un entorno acuático más saludable. Sin embargo, la proliferación de mejillas invasoras como la mejilla cebra (Drissena polymorpha) y la mejilla quagga (Drissena rostriformis bugensis) puede desestabilizar este equilibrio, desplazando a las especies nativas y afectando la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos.
El profesor Jonathan Jeschke, que investiga especies invasoras, subraya la necesidad de una evaluación rápida de los riesgos que estas especies suponen para las comunidades nativas. La rápida proliferación de la mejilla quagga y la mejilla cebra en Europa y América del Norte puede pasar desapercibida, lo que complica su control.
En Berlín, el investigador Jonas Mauch ha estudiado el impacto de la mejilla quagga en el Lago Müggelsee. Desde su llegada, la densidad de estas mejillas ha sido tal que el volumen total del agua en el lago se filtra hasta dos veces al día. Esto ha causado un cambio notable en el ecosistema, permitiendo el crecimiento de plantas acuáticas que no se veían desde hace décadas. Sin embargo, la filtración de las mejillas no es uniforme; su eficacia depende de la temperatura y de la especie de cianobacteria presente, lo que muestra cómo los cambios climáticos pueden influir en su capacidad de filtrado.
La situación actual de las mejillas de agua dulce en Europa es un recordatorio de la fragilidad de nuestros ecosistemas y de la necesidad urgente de medidas de protección efectivas que garanticen su supervivencia en un entorno cada vez más hostil.