
En el archipiélago de Svalbard, Noruega, un equipo de científicos ha llevado a cabo una innovadora misión de investigación que ha permitido realizar biopsias de tejido adiposo en osos polares, con el fin de estudiar el impacto de los contaminantes en su salud. Este esfuerzo se produce en un momento crítico, ya que la región ártica se calienta a un ritmo cuatro veces superior al promedio global, lo que representa un grave riesgo para estas emblemáticas criaturas y su hábitat de hielo marino que se reduce drásticamente.
La doctora Laura Pirard, toxicóloga belga, explicó que el objetivo de la investigación es representar lo más fielmente posible cómo viven los osos polares en su entorno natural, pero bajo condiciones controladas en un laboratorio. Para ello, los investigadores toman muestras de tejido graso que son luego expuestas a contaminantes y hormonas de estrés en un laboratorio improvisado a bordo del buque de investigación Kronprins Haakon.
El proceso implica tranquilizar a los osos polares utilizando dardos de tranquilizante, lo que permite a los científicos realizar un examen exhaustivo antes de marcar a los ejemplares con collares GPS. En esta temporada, se realizaron capturas de 53 osos, se colocaron 17 collares en hembras y se rastrearon a 10 madres con sus crías. A pesar de los años de exposición a contaminantes, los osos polares de Svalbard no presentan signos de desnutrición o mala salud, y la población local se ha mantenido estable.
Contaminantes y cambios en la dieta
Los análisis de las muestras de grasa revelaron la presencia de sustancias químicas per y polifluoroalquiladas (PFAS), compuestos sintéticos que persisten en el medio ambiente durante décadas. Sin embargo, los investigadores no encontraron una relación directa entre la pérdida de hielo marino y un aumento en las concentraciones de estos contaminantes en los osos de Svalbard. La variabilidad en los niveles de contaminantes se atribuyó más bien a la dieta de los osos, que se compone de diferentes presas según su comportamiento: algunos son sedentarios y otros pelágicos.
Con la reducción del hielo marino, los osos polares han tenido que adaptar su dieta, incluyendo la caza de renos y la ingesta de huevos y hierba, aunque esta última no proporciona energía significativa. Jon Aars, responsable del programa de osos polares en Svalbard, destacó que estos cambios en la alimentación han contribuido a mantener la salud de la población.
A través de este enfoque multidisciplinario que combina biología, toxicología y tecnología, los científicos esperan obtener una comprensión más profunda de cómo los osos polares enfrentan los desafíos ambientales actuales. A medida que el hielo se derrite y el clima cambia, las estrategias de adaptación de estos animales se vuelven cada vez más críticas para su supervivencia en un mundo que enfrenta un calentamiento acelerado.
Las innovaciones en la investigación, como la incorporación de cilindros de «registro de salud» que monitorean la temperatura y el pulso de las hembras, permiten un análisis detallado de los movimientos y el comportamiento de los osos polares. Esta información es esencial para comprender cómo se están adaptando a un entorno cambiante y qué consecuencias puede tener esto para su futuro.