
Recientes investigaciones han revelado que las ballenas jorobadas no necesitan migrar a aguas tropicales para dar a luz como se creía anteriormente. Según un estudio publicado en la revista Frontiers in Marine Science, se ha comprobado que estas ballenas pueden parir tan al sur como Tasmania o Nueva Zelanda, a 1,500 kilómetros más al sur de lo que se pensaba.
El Dr. Tracey Rogers, de la Universidad de Nueva Gales del Sur y autor principal del estudio, destacó que «cientos de terneros jorobados nacieron bien fuera de las áreas de cría establecidas». Este hallazgo pone de manifiesto la necesidad urgente de mejorar la conciencia sobre las áreas de cría ampliadas para proteger a estos jóvenes cetáceos, que son vulnerables y requieren nadar largas distancias mucho antes de lo que sería ideal si nacieran en las zonas de cría tradicionales.
Un hallazgo sorprendente
Jane McPhee-Frew, candidata a doctorado en la misma universidad y autora principal del artículo, compartió una experiencia personal que inspiró la investigación. Durante un tour de avistamiento de ballenas en julio de 2023, se encontró con una madre y su ternero en la entrada del puerto de Newcastle, uno de los puertos más transitados de Australia Oriental. «El ternero era diminuto y evidentemente recién nacido. ¿Qué hacían allí?», se preguntó McPhee-Frew, aunque sus colegas del sector turístico no parecían sorprendidos.
Los investigadores llevaron a cabo un análisis exhaustivo de los datos sobre el rango de cría de las ballenas jorobadas en Australia y Nueva Zelanda, combinando observaciones de ciencia ciudadana, encuestas gubernamentales y registros de varamientos. La investigación identificó 209 registros de terneros recién nacidos, de los cuales 11 eran nacimientos confirmados, junto con 41 varamientos y 168 observaciones de terneros vivos, representando al menos 169 individuos.
Los datos sobre la dirección de viaje de 118 de estos registros mostraron que las ballenas continuaban migrando al norte después del parto, lo que sugiere que este comportamiento puede ser más común de lo que se pensaba. Según el Dr. Adelaide Dedden, coautor del estudio, estas migraciones extensas son vitales para la supervivencia de la población, que depende en gran medida de las reservas de grasa acumuladas a partir del kril antártico.
La investigación no solo aporta nuevos conocimientos sobre el comportamiento de las ballenas jorobadas, sino que también plantea importantes implicaciones para la conservación. Algunos de los terneros observados estaban heridos, lo que resalta la necesidad de crear áreas protegidas más amplias y de implementar campañas de concienciación sobre las medidas de protección necesarias para estos animales en desarrollo.
La creciente población de ballenas jorobadas en la región, que ha pasado de estar al borde de la extinción a contar con entre 30,000 y 50,000 individuos, es un testimonio del éxito de las políticas de conservación basadas en la ciencia. Sin embargo, el estudio advierte que, aunque se han registrado más terneros en los últimos años, esto podría estar influenciado por el aumento en el turismo de avistamiento de ballenas y el uso de redes sociales.
Por último, aunque se han identificado áreas de posible cría en la Bahía de Flinders, se sugiere que la mayoría de los terneros probablemente nacen más al norte en aguas tropicales. La pregunta sobre por qué las ballenas jorobadas asumen el riesgo de migrar si pueden dar a luz en aguas más tranquilas sigue sin respuesta, pero es un área que requiere más investigación.