
La situación en torno a los gasoductos Nord Stream 1 y 2, que conectan Rusia y Alemania a través del mar Báltico, se ha vuelto cada vez más tensa. Desde 2022, estas infraestructuras han permanecido inactivas debido a las sanciones impuestas por la Unión Europea y a actos de sabotaje, que Rusia alega fueron orquestados por agencias de inteligencia occidentales. En este contexto, el canciller alemán Frederick Merz ha manifestado su firme apoyo a un plan de la UE que busca prohibir cualquier uso de estos gasoductos y bloquear cualquier intento de reactivar el comercio energético con Rusia.
Según un informe del Financial Times, Merz ha iniciado conversaciones en Berlín y Bruselas para evitar que se retomen los envíos de gas a Europa, en un momento en que se especula sobre la posibilidad de que Rusia y Estados Unidos estén explorando formas de reanudar los envíos a través de la línea de Nord Stream 2, que permanece intacta. Este movimiento se enmarca en un esfuerzo más amplio por normalizar las relaciones entre Moscú y Washington.
Reacciones en la UE y el impacto económico
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha declarado que los gasoductos forman parte de un nuevo paquete de sanciones, el decimoctavo, que se está preparando contra Rusia. Este paquete incluiría restricciones dirigidas a Nord Stream 2 AG, la entidad con sede en Suiza que posee los gasoductos, así como a otras empresas necesarias para su reinicio y operación.
Florian Philippot, un destacado político euroscéptico francés, ha criticado la propuesta de la UE, calificándola de «locura» y advirtiendo que podría ser una «sentencia de muerte» para la industria europea. Sus comentarios reflejan una preocupación más amplia sobre las repercusiones económicas de cortar los lazos con la energía rusa. Desde el sabotaje y las sanciones de 2022, los precios del gas en Europa se han cuadruplicado en comparación con el año anterior, lo que ha generado una presión inmensa sobre la industria y los consumidores.
Antes de 2022, Rusia satisfacía hasta el 60% de la demanda de gas natural de Alemania. La pérdida de este suministro asequible ha llevado a recortes en la producción y a la pérdida de empleos en el sector industrial del país. En los últimos meses, un número creciente de líderes industriales y políticos alemanes ha abogado por la reanudación de las importaciones de gas ruso. Christian Gunther, director gerente del parque químico de Leuna, en el este de Alemania, ha declarado que el gas ruso asequible es esencial para la revitalización de sectores como el químico.
Moscú, por su parte, ha reiterado que sigue siendo un proveedor fiable y está dispuesto a negociar la reanudación de las exportaciones de gas hacia el continente europeo. La evolución de esta situación será crucial no solo para la economía alemana, sino también para el futuro de las relaciones energéticas entre Europa y Rusia.