
Hace aproximadamente 13,000 años, el sol emitió una poderosa explosión de radiación que impactó la Tierra, dejando su huella en los anillos de árboles antiguos. Este evento solar fue el más potente jamás registrado, seguido por el famoso Evento Carrington de 1839, que provocó una tormenta geomagnética que interrumpió las comunicaciones telegráficas en todo el mundo. En el contexto de nuestro actual «máximo solar», un periodo de alta actividad solar que ocurre cada 11 años, los científicos están trabajando para preparar a los gobiernos ante los efectos de tormentas solares severas.
En mayo de 2024, el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins (APL) reunió a expertos en un ejercicio de simulación diseñado para evaluar la preparación de agencias gubernamentales y tribales ante una fuerte tormenta solar, similar a las de épocas pasadas. Físicos solares, agencias espaciales, operadores de satélites y propietarios de redes eléctricas han sido conscientes desde hace tiempo de los efectos del clima espacial en las tecnologías avanzadas. Este ejercicio incluyó a partes interesadas de todos los niveles de gobierno e industria para mejorar nuestra capacidad de respuesta ante eventos de clima espacial.
Efectos del clima espacial
Cuando una tormenta geomagnética impacta la Tierra, se producen varios fenómenos. Las partículas cargadas del sol son transportadas por el viento solar, chocando contra nuestra magnetosfera. Este impacto atrapa las partículas en líneas de fuerza magnética, dando lugar a la espectacular visualización de las auroras boreales y australes. Sin embargo, una tormenta especialmente fuerte puede generar corrientes en el suelo que pueden cortocircuitar las redes eléctricas y perturbar las comunicaciones terrestres.
Un evento de clima espacial intenso puede interferir o incluso destruir satélites, poner en peligro a los astronautas en el espacio, interrumpir las comunicaciones por radio y degradar el rendimiento del GPS. Esto afecta la navegación de trenes, aviones, barcos y automóviles, así como las redes celulares. Cualquiera de estas interrupciones puede afectar actividades cotidianas como transferencias de dinero y llamadas telefónicas. En resumen, gran parte de nuestra tecnología moderna está en riesgo durante eventos de clima espacial.
Un ejemplo de esto ocurrió en marzo de 1989, cuando una poderosa erupción solar provocó una tormenta que causó un apagón en el este de Canadá, dejando a millones de personas sin electricidad durante aproximadamente nueve horas. En 2024, otra tormenta afectó a EE. UU. durante el fin de semana del Día de la Madre, generando impresionantes exhibiciones aurorales en todo el mundo y repercutiendo en algunas señales de radio y transmisiones. Comparado con los eventos de 1989 y 1839, este fue relativamente benigno.
Gracias a las lecciones aprendidas de eventos anteriores, los operadores de redes eléctricas y satélites están mejor preparados. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para proporcionar advertencias tempranas que permitan a gobiernos, empresas e individuos estar listos. Aquí es donde el ejercicio de APL cobra relevancia.
La comprensión y predicción del clima espacial han avanzado significativamente desde el inicio de la era espacial y el despliegue de misiones satelitales para la observación del sol. Recibimos más advertencias anticipadas de erupciones, y los eventos pasados nos han enseñado a «fortalecer» nuestras tecnologías contra las tormentas geomagnéticas. Sin embargo, persisten brechas en la preparación y respuesta de agencias y gobiernos ante tales eventos.
El ejercicio de simulación reveló numerosos pasos necesarios para responder adecuadamente cuando el clima espacial afecta a la Tierra. Según Ian Cohen, líder del ejercicio en APL, «Esta actividad reunió a expertos en clima espacial junto a aquellos responsables de la gestión de emergencias, respuesta y recuperación. Esto ayudó a los científicos no solo a generar conciencia entre estos líderes, sino también a resaltar las brechas clave en la investigación y observación, así como a aprender cómo comunicar de manera efectiva los complejos temas del clima espacial a los tomadores de decisiones.»
El informe posterior al ejercicio reconoció que nuestra preparación ha mejorado respecto al pasado, pero aún hay necesidades cruciales por atender. Entre ellas, una mejor coordinación entre agencias y otros interesados para producir notificaciones de clima espacial que sean significativas y comprensibles, delineando los impactos en diversas infraestructuras.
Es necesario que todo el gobierno esté involucrado en esta coordinación y comunicación entre agencias, como NASA y NOAA o entre NOAA y agencias de seguridad. Además, se requieren mejoras en la predicción y advertencia temprana, así como una mayor educación pública sobre los efectos del clima espacial y cómo los gobiernos e instituciones manejan los resultados de tales tormentas.
Curiosamente, el ejercicio de simulación comenzó justo cuando el sol liberó otra ráfaga de radiación y partículas cargadas hacia la Tierra, lo que resultó en la tormenta del Día de la Madre de 2024. Esto brindó a los participantes la oportunidad de ir más allá de ejercicios simulados y gestionar un caso real de los efectos del clima espacial en nuestro planeta.