
En un mundo donde la información está al alcance de la mano, la capacidad de discernir fuentes de noticias creíbles se ha vuelto más esencial que nunca. Esta habilidad, conocida como alfabetización mediática, no solo proporciona herramientas a los individuos para interactuar con las redes sociales, la inteligencia artificial (IA) y otras plataformas digitales de manera reflexiva y responsable, sino que también ayuda a comprender y reconocer los sesgos personales.
A medida que las imágenes generadas por IA, los fragmentos de sonido sintético y los vídeos deepfake—alterados digitalmente para hacer que parezca que alguien dijo o hizo algo que en realidad nunca sucedió—se vuelven cada vez más sofisticados, la línea entre el hecho y la fabricación se vuelve más difícil de distinguir. Sin sólidas habilidades de alfabetización mediática, es fácil dejarse llevar por contenidos manipulados diseñados para provocar emociones, difundir desinformación o reforzar cámaras de eco.
Bill Lubinger, vicepresidente asociado de relaciones con los medios en la Universidad Case Western Reserve, advierte sobre los peligros de esta situación: «Cuando el público no puede distinguir entre la realidad y la ficción y no se toma el tiempo para confirmar, es peligroso. La alfabetización mediática y de información es crítica para una sociedad educada, pensante y próspera».
La transformación del consumo mediático en la era digital
El auge de la IA complica cada vez más la determinación de la fuente de información y su autenticidad. Los medios tradicionales, como periódicos y cadenas de televisión, también están utilizando IA en sus informaciones, aunque a menudo no se explica cómo lo hacen. Las redes sociales y los análisis utilizados para medir la audiencia y el impacto continúan enfatizando el «clickbait» y los comentarios anónimos por encima de la sustancia.
Lubinger señala que hay ciertos indicadores que deben generar desconfianza al evaluar la credibilidad de un artículo o informe. Frases como «sin precedentes», «primer vez», «el mayor» o «nunca antes» son motivo para sospechar. Asimismo, es recomendable tener cuidado con las fuentes anónimas, especialmente si no se justifica el motivo por el cual la persona citada mantiene el anonimato, algo que solo debería concederse en circunstancias limitadas y con una razón válida.
En cuanto a las preocupaciones sobre el futuro de los medios tradicionales en la era digital, Lubinger comparte su experiencia personal: «Cuando era niño, mi madre suscribía a una revista mensual llamada Highlights for Children, que incluía una tira cómica llamada ‘Goofus y Gallant’, sobre las acciones contrastantes de dos chicos—uno malo y otro bueno—para enseñarnos lo correcto y lo incorrecto. Así es como me siento respecto a la IA. La tecnología es asombrosa; el potencial es emocionante. Sin embargo, en las manos equivocadas, también es aterradora. Y seguirá expandiéndose dentro del panorama mediático, haciendo aún más crítico que el público pueda identificar lo real de lo ficticio».
Consejos para verificar la información consumida diariamente
Para aquellos que buscan verificar la información que consumen, Lubinger sugiere diversificar las fuentes mediáticas y tomarse el tiempo necesario para investigar. Es fundamental ser curioso y no limitarse a los titulares, alertas y fragmentos de información que circulan en las redes sociales. Preguntarse sobre la objetividad del reportaje, si es justo y preciso, o si el medio tiene intereses financieros que puedan influir en su perspectiva es crucial para una comprensión adecuada de la información.