
La compañía de mascotas ha sido objeto de numerosos estudios que destacan sus beneficios para la salud mental y física de las personas. La interacción con animales de compañía no solo mejora el estado de ánimo, sino que también puede fortalecer el sistema inmunológico, fomentar la actividad física y ofrecer consuelo emocional. Además, se ha demostrado que la convivencia con mascotas puede incluso aumentar la esperanza de vida.
Sin embargo, el acceso a la compañía de mascotas no es igual para todos. Existen diversas barreras que impiden que ciertos grupos de personas puedan disfrutar de estos beneficios. Entre las dificultades más comunes se encuentran la falta de vivienda apta para mascotas y los recursos económicos limitados para cubrir gastos de alimentación y atención veterinaria.
Desigualdades en el acceso a la compañía de mascotas
Las restricciones en el acceso a la compañía de mascotas son especialmente notorias entre los nuevos inmigrantes y los jóvenes de entre 18 y 34 años, quienes enfrentan desafíos relacionados con la vivienda y la economía. Asimismo, los ancianos a menudo se ven atrapados en situaciones de vulnerabilidad que dificultan la tenencia de animales. La incapacidad para cubrir gastos como la alimentación, el cuidado higiénico o los servicios de salud para las mascotas puede generar sentimientos de angustia en los dueños, afectando tanto su bienestar como el de los animales.
Además, algunos estudios sugieren que existe una correlación entre los ingresos económicos y la probabilidad de convivir con animales de compañía. En este contexto, surgen creencias erróneas que refuerzan desigualdades sociales, como la idea de que solo las personas con ciertos niveles de ingresos deberían tener mascotas o que aquellos que viven en apartamentos solo pueden cuidar de perros pequeños. Estas creencias ignoran la diversidad de necesidades de las mascotas y la capacidad de sus dueños para proporcionarles los cuidados adecuados.
El costo de mantener a una mascota puede forzar a algunas personas a renunciar a ellas, lo que representa una decisión emocionalmente desgastante. Investigaciones recientes han mostrado que los niños sin hogar, por ejemplo, suelen experimentar un fuerte apego emocional hacia sus mascotas, lo que agrava aún más su sufrimiento cuando se ven obligados a separarse de ellas. A pesar de su situación, muchos de estos individuos son responsables en el cuidado de sus animales, lo que demuestra que el vínculo humano-animal es beneficioso y recíproco.
Avanzando hacia un futuro más equitativo
La relación entre la compañía de mascotas y las desigualdades sistémicas es compleja. Familias y comunidades en situación de desventaja socioeconómica, incluidas las comunidades racializadas, indígenas, sin hogar, inmigrantes y refugiados, suelen enfrentarse a obstáculos significativos para tener mascotas. Para combatir estas desigualdades, es fundamental implementar estrategias y políticas que faciliten la convivencia entre personas y animales.
Entre las medidas recomendadas se encuentran el aumento del acceso a atención veterinaria gratuita o a bajo costo y la creación de viviendas más inclusivas para mascotas. También es vital llevar a cabo campañas que desmitifiquen la tenencia de mascotas entre diversos grupos sociales. Ejemplos de iniciativas que están marcando la diferencia incluyen el Community Veterinary Outreach en Canadá, que proporciona cuidados de salud a personas y a sus mascotas, así como programas de financiamiento que permiten a los dueños gestionar los costos de atención veterinaria.
Es crucial que se mantenga un enfoque colaborativo que promueva la conciencia sobre la importancia de la compañía de mascotas para todos los segmentos de la población. Ignorar este debate no solo perpetúa visiones discriminatorias, sino que también limita la capacidad de muchas personas para disfrutar de los beneficios emocionales y físicos que proporciona la convivencia con animales.