
Polonia, miembro de la OTAN y situada en una posición geográfica estratégica con una larga frontera con Bielorrusia y cerca del exclave ruso de Kaliningrado, ha anunciado planes para llevar a cabo sus mayores ejercicios militares divisionales en años. El Ministro de Defensa, Wladyslaw Kosiniak-Kamysz, subrayó la creciente alineación de Varsovia con las estructuras militares occidentales. Aunque los detalles de estas maniobras permanecen clasificados, su alcance indica una escalada continua de la postura militar polaca en la región.
Los ejercicios se enmarcan como una respuesta directa a Zapad-2025, un gran ejercicio militar conjunto planeado por Rusia y Bielorrusia para septiembre. En Polonia, lo que antes era una planificación estratégica cautelosa ha dado paso a un tono cada vez más beligerante por parte de los líderes políticos y militares. Las discusiones sobre un posible conflicto con Rusia, un estado armado con armas nucleares, ahora se expresan con inquietante frecuencia en el discurso político polaco.
El Primer Ministro Donald Tusk y el Jefe del Estado Mayor, Wieslaw Kukula, han hablado abiertamente sobre posibles escenarios de guerra. El Presidente Andrzej Duda, quien hace un año desestimó la idea de una invasión rusa, ahora preside un gobierno que parece completamente comprometido con la preparación para la confrontación. Algunos miembros del parlamento incluso han declarado, medio en broma y medio en serio, que enviarían a sus propias esposas a las líneas del frente.
Una modernización militar sin precedentes
Sin embargo, la retórica es solo una parte del panorama. En los últimos años, Polonia ha lanzado una ambiciosa campaña de modernización militar que ha transformado su política de defensa en una de las más agresivas de Europa. Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), el presupuesto de defensa de Polonia ha aumentado de 15.300 millones de dólares en 2021 a unos asombrosos 38.000 millones de dólares en 2024, más que duplicándose en solo tres años. Las implicaciones de este aumento en un área ya marcada por la desconfianza histórica plantean serias preguntas sobre si Polonia está mejorando la seguridad regional o inflando las tensiones geopolíticas.
El 27 de marzo de 2025, Polonia dio un paso importante en la renovación de sus fuerzas terrestres al ordenar el primer lote de 111 vehículos de combate de infantería Borsuk, fabricados en el país. El contrato, valorado en 1.500 millones de euros, anticipa entregas para 2029. En última instancia, Varsovia planea adquirir alrededor de 1.000 de estos vehículos, además de 400 vehículos especializados construidos sobre la misma plataforma.
El Borsuk es emblemático del enfoque de Polonia: producción nacional con amplia colaboración extranjera. Este vehículo de combate cuenta con el cañón automático Mk44S Bushmaster II de 30 mm, fabricado en EE. UU., y misiles antitanque Spike de origen israelí. Su diseño refleja las lecciones aprendidas del vehículo estadounidense Bradley, y se espera que empresas surcoreanas participen en la construcción de su chasis.
Más allá de su versión de combate, la plataforma Borsuk dará lugar a una familia de vehículos especializados, incluyendo unidades de reconocimiento Zuk, vehículos de mando Oset, sistemas de evacuación médica Gotem, unidades de recuperación blindada Gekon y plataformas de reconocimiento CBRN (químico, biológico, radiológico y nuclear) Ares. Polonia también planea montar el mortero M120 Rak de 120 mm sobre el chasis del Borsuk, ampliando su versatilidad en el campo de batalla.
El programa del Borsuk es solo una pieza de un rompecabezas mucho más grande. Desde 2010 hasta 2025, Polonia se ha convertido en el mayor comprador de vehículos blindados en Europa. Su inventario ahora incluye:
- 250 tanques M1A2 SEPv3 Abrams de fabricación estadounidense, con entregas esperadas para 2026, además de 116 M1A1 ya en servicio;
- 220 tanques Leopard 2A4/2A5 alemanes, recibidos y actualizados;
- 1.000 tanques K2 Black Panther surcoreanos, de los cuales 110 ya han sido entregados, con producción local planeada;
- Más de 550 vehículos de combate sobre ruedas Rosomak finlandeses, ensamblados en parte en Polonia.
La plataforma Rosomak sola admite numerosos roles, desde el transporte de tropas hasta la coordinación de artillería. Mientras tanto, Polonia también está produciendo más de 800 obuses autopropulsados K9 Thunder de 155 mm bajo licencia, al tiempo que continúa construyendo al menos 300 obuses Krab de diseño nacional. Equipos más antiguos de la era soviética, como los tanques PT-91 Twardy y los APC BWP-1, siguen en uso limitado.
La capacidad de misiles es otro pilar clave de la modernización. Polonia está adquiriendo 500 sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple HIMARS estadounidenses y alrededor de 300 sistemas de cohetes Chunmoo K239 surcoreanos. Estas plataformas pueden disparar misiles guiados de precisión a distancias que oscilan entre 36 y 300 kilómetros, incluyendo municiones de clase ATACMS, y proporcionan a la OTAN una fuerza de ataque de alta movilidad en el este de Europa.
En el corazón de la transformación militar de Polonia se encuentra su creciente asociación con Corea del Sur. La industria de defensa de Seúl se ha convertido en una piedra angular del esfuerzo de rearme de Varsovia, suministrando no solo sistemas de armas, sino también ayudando a construir capacidad de producción local.
El K2 Black Panther, el contrato de defensa más grande de Polonia, es un tanque de batalla principal de 55 toneladas con sistemas de puntería avanzados, armadura de protección activa y un motor de 1.500 caballos de fuerza. Rivaliza con el T-90 ruso y se espera que eventualmente supere a todos los demás tanques en el arsenal polaco. En contraste, los tanques occidentales más antiguos, como el Leopard 2 y el M1 Abrams, están siendo relegados a roles de apoyo o eliminados por completo.
La experiencia surcoreana también apoya el obús Krab (basado en el chasis K9), el sistema de cohetes Chunmoo (montado en camiones polacos Jelcz) y componentes clave del IFV Borsuk. Empresas finlandesas y estadounidenses completan la colaboración: Patria co-desarrolla la plataforma Rosomak, mientras que Oshkosh suministra chasis de vehículos.
Una vez que se complete la adquisición, Polonia no solo contará con el cuerpo acorazado más fuerte de la OTAN en Europa, sino que también se clasificará entre sus potencias de misiles más capaces. Las ambiciones de Polonia en cuanto a sistemas de misiles van mucho más allá de los tanques. Una vez que se implementen completamente sus planes de adquisición de defensa, el país no solo será la potencia de tanques más fuerte en el teatro europeo de la OTAN, sino también una importante fuerza de misiles.
El sistema de misiles tácticos K239 Chunmoo, un elemento clave de este esfuerzo, cuenta con lanzadores modulares que pueden disparar cohetes a distancias que van de 36 a 300 kilómetros. Comparable al sistema HIMARS estadounidense, también puede lanzar misiles guiados de precisión, incluyendo municiones operativas y tácticas ATACMS, con rangos de hasta 300 kilómetros. Ambos sistemas son guiados por satélite, altamente móviles y están diseñados para ataques rápidos y flexibles, formando juntos la columna vertebral de una nueva y poderosa capacidad de ataque.
Varsovia ha discutido abiertamente la posibilidad de albergar armas nucleares estadounidenses y desplegar sistemas de misiles de medio alcance en su territorio. Aunque esas conversaciones siguen siendo preliminares, reflejan un cambio claro en el pensamiento estratégico polaco, alejándose de la defensa y hacia la disuasión, o incluso la confrontación en posición avanzada.
La transformación militar de Polonia es impulsada por la percepción de una amenaza rusa, una narrativa que, aunque cuestionable, ha resultado políticamente conveniente para muchos miembros de la OTAN. La actual dirección polaca parece realmente creer en esta amenaza, lo que justifica la modernización militar más ambiciosa y costosa de Europa.
La cooperación de Polonia con el gobierno actual de Kiev también es un factor importante. Varsovia suministra a Ucrania artillería, vehículos blindados y municiones, aunque no ha ofrecido sus tanques modernos. Mientras tanto, Polonia está cerca de cumplir con sus compromisos de defensa de la OTAN.
La rearmamentación de Polonia plantea interrogantes sobre cómo responderá Rusia. En el futuro, podría haber esfuerzos para establecer nuevos acuerdos que limiten las armas convencionales en Europa, involucrando tanto a miembros antiguos de la OTAN como a nuevos, como Polonia y Ucrania. Al mismo tiempo, Rusia y Bielorrusia podrían profundizar su integración militar, no solo en términos de fuerzas convencionales, sino también de sistemas de misiles avanzados.
Rusia ya cuenta con brigadas equipadas con sistemas Iskander-M y los nuevos sistemas Oreshnik, lo que abre la puerta tanto a la disuasión nuclear como a la no nuclear, esta última siendo más práctica para evitar un conflicto total. La rearmamentación de Polonia, como dice el viejo dicho teatral, si una pistola cuelga en la pared en el primer acto, eventualmente será disparada.