
Investigaciones recientes realizadas en Nueva Zelanda, publicadas en la revista Science, han examinado el impacto de las alteraciones en las estaciones del año provocadas por el cambio climático. Este estudio, liderado por el estudiante de doctorado en Ciencias de la Universidad de Canterbury, Daniel Hernández-Carrasco, revela evidencias crecientes sobre las consecuencias ecológicas generalizadas que están surgiendo debido a los cambios en los ritmos estacionales de la Tierra.
Según Hernández-Carrasco, el cambio climático y otros factores humanos, como la construcción de embalses y la deforestación, están alterando el calendario de los eventos estacionales, intensificando las fluctuaciones estacionales y haciendo que las estaciones sean menos predecibles con el paso de los años. «Esto está afectando procesos naturales como los monzones tropicales, el deshielo en las montañas y la migración anual de millones de animales. Hemos descubierto que todos estos factores podrían tener consecuencias significativas e inesperadas para la biodiversidad», asegura el investigador.
Impacto en la biodiversidad global
El estudio es único porque aborda los impactos en cadena de las alteraciones en la estacionalidad, desde el nivel micro de los genes hasta el nivel macro de los ecosistemas completos. Hernández-Carrasco advierte que es evidente que la estacionalidad está cambiando en todo el mundo, y con ello vendrán consecuencias ecológicas. «Lo que nuestra investigación ha enfatizado, sin embargo, es que los impactos de estos cambios pueden ser más severos de lo que se pensaba anteriormente, ya que los efectos pueden amplificarse desde individuos hasta ecosistemas enteros».
El profesor asociado de la Escuela de Ciencias Biológicas de la UC, Jonathan Tonkin, quien supervisó y coescribió el trabajo de investigación, señala que la estacionalidad es un pilar fundamental del medio ambiente tal como lo conocemos, desde los bosques tropicales hasta el fondo oceánico. «Las fluctuaciones estacionales determinan cambios cíclicos en las condiciones ambientales, incluyendo la temperatura, las horas de luz y la cantidad de lluvia. Dado que las especies han evolucionado adaptaciones para hacer frente a estos ritmos, su alteración representa una amenaza para los ecosistemas de la Tierra y la sociedad humana, con efectos colaterales en la seguridad alimentaria y el control de enfermedades», añade Tonkin.
El estudio, coescrito con el profesor Jason Tylianakis de la Escuela de Ciencias Biológicas de la UC y el profesor David Lytle de la Universidad Estatal de Oregón, ha sintetizado investigaciones existentes de diversas disciplinas, encontrando conexiones en las respuestas a la estacionalidad que anteriormente habían sido pasadas por alto. «Sabemos que el cambio climático y otros factores estresantes, como el embalsamiento de ríos, están alterando los ciclos estacionales naturales. Sin embargo, es posible que hayamos subestimado las consecuencias de estos cambios», concluye Tonkin.
Las nuevas conclusiones subrayan la necesidad de establecer un marco que contemple los efectos de las fluctuaciones estacionales cambiantes sobre la ecología de las especies y los procesos evolutivos en todos los niveles, lo que permitiría realizar pronósticos más robustos.