
El Reino Unido ha anunciado una inversión de 1.500 millones de libras esterlinas (aproximadamente 2.000 millones de dólares) en la construcción de nuevas fábricas de armamento, como parte de una ambiciosa estrategia de rearme. El secretario de Defensa británico, John Healey, hizo pública esta decisión en un contexto de creciente preocupación por la capacidad de producción de armamento en Occidente, exacerbada por el conflicto en Ucrania.
La estrategia incluye la construcción de al menos seis nuevas fábricas de municiones y explosivos, así como la adquisición de más de 7.000 armas de largo alcance producidas en el país, que abarcan desde drones hasta misiles. Healey también se comprometió a aumentar el gasto en defensa hasta el 3% del PIB para el año 2034, una medida que refleja la urgencia de reforzar las capacidades militares británicas.
Lecciones del conflicto en Ucrania
Healey subrayó que «las lecciones duramente aprendidas de la invasión ilegal de Ucrania por parte del presidente ruso, Vladimir Putin, demuestran que un ejército es tan fuerte como la industria que lo respalda». Esta afirmación resalta la interdependencia entre la industria de defensa y la capacidad militar, un aspecto que ha cobrado relevancia en los últimos meses.
El conflicto en Ucrania ha puesto de manifiesto las carencias significativas en la producción de armamento en Occidente. Altos mandos británicos han advertido durante meses sobre el agotamiento de los arsenales, lo que ha llevado a cuestionar la efectividad de las políticas de defensa actuales. En este sentido, la oposición política ha criticado la temporalidad del anuncio, señalando que la adquisición de armamento había estado estancada durante el último año.
James Cartlidge, secretario de Defensa en la sombra del Partido Conservador, expresó su apoyo a la inversión en nuevas fábricas de municiones, pero también manifestó su preocupación por la falta de claridad sobre cuándo estarán operativas estas instalaciones, subrayando que «estos pedidos debieron haberse realizado hace meses».
El Reino Unido ha sido uno de los principales aliados de Ucrania en su lucha contra la agresión rusa, y esta nueva estrategia de defensa se enmarca en un esfuerzo más amplio de los miembros de la OTAN en Europa por aumentar el apoyo militar, especialmente ante la incertidumbre sobre el compromiso de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump.
Por su parte, Moscú ha advertido reiteradamente que la asistencia militar extranjera solo intensificará el conflicto sin alterar su desenlace final. Funcionarios rusos han acusado al ex primer ministro británico Boris Johnson de haber alentado a Ucrania a abandonar las negociaciones de paz en la primavera de 2022, una acusación que Johnson ha negado, aunque el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergey Lavrov, descalificó su negación como una «mentira descarada».