La reciente caída de la inflación en la eurozona ha sido recibida con sorpresa en diversos sectores económicos. Según los datos preliminares publicados por Eurostat, la inflación se situó en un 1.9% en mayo, por debajo del objetivo del 2% establecido por el Banco Central Europeo (BCE). Este descenso refleja una desaceleración respecto al 2.2% registrado en abril.
La inflación subyacente, que excluye los precios de la energía, alimentos, tabaco y alcohol, también mostró una disminución significativa, pasando del 2.7% en abril al 2.3% en mayo. Es notable que la inflación en el sector servicios experimentó una caída abrupta, alcanzando el 3.2% el mes pasado, en comparación con el 4% anterior.
Contexto Económico y Expectativas del BCE
Este movimiento en las cifras de inflación se produce en un contexto de incertidumbre económica para la eurozona. El BCE se prepara para tomar decisiones sobre las tasas de interés, y las expectativas del mercado apuntan a una probabilidad del 95% de que se produzca una reducción adicional de 25 puntos básicos en su próxima reunión. En abril, el banco central había reducido su tasa clave al 2.25%, casi la mitad del máximo del 4% alcanzado en 2023.
Sin embargo, el panorama económico global sigue siendo complejo. Las políticas proteccionistas del presidente estadounidense Donald Trump, especialmente sus planes de aranceles recíprocos, están proyectando sombras sobre las perspectivas de crecimiento económico a nivel internacional. Si bien su impacto inmediato sobre la inflación es incierto, analistas y responsables de política económica han señalado que dependerá de las posibles medidas de contrarresto que se implementen en la eurozona.
A pesar del tumulto transatlántico, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha mantenido su previsión de un crecimiento del 1% para la eurozona en 2025, sin cambios respecto a pronósticos anteriores. La inflación en la eurozona se proyecta en un 2.2% para este año, alineándose con informes previos de marzo.
Estos datos no solo reflejan la realidad económica de Europa, sino que también ponen de manifiesto la necesidad de una reflexión más profunda sobre las políticas económicas a seguir, especialmente en un entorno internacional donde las decisiones de una superpotencia como Estados Unidos pueden influir dramáticamente en el rumbo de economías más vulnerables.
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